Frink, otro gigante de RD con un gran futuro. Hace apenas dos días fue electo el Jugador Más Valioso del Centrobasket U-17.
Hace poco más de un mes Alanzo Bernardo Frink Carpio cumplió los 17 años. Hace apenas dos días fue electo el Jugador Más Valioso del Centrobasket U-17 celebrado en República Dominicana, cuya representación ganó invicta la medalla de oro.
Fue la cuarta participación de este jovencito de 6-9 de estatura en un evento internacional con la selección criolla, algo que lo llena de mucho orgullo. Alanzo juega baloncesto desde los seis años y tiene una proyección más que halagüeña.
Él es hijo de padre norteamericano y madre dominicana, Ingrid Carpio, quien no le pierde ni pie ni pisada a su vástago especialmente después de la muerte de su progenitor. Frink entrará a su último año en su escuela secundaria en New Jersey, Roselle Catholic, y, según sus palabras, ya tiene entre catorce y quince ofertas de universidades que desean tenerlo en sus programas de baloncesto.
Su deseo es el de todo jugador: llegar al baloncesto de la NBA. Para ello este ala pívot sabe que tiene que trabajar en mejorar su juego, algo que está en proceso. “Ahora mismo estoy trabajando en mi dribleo y en mi defensa”, dijo. “Tengo que mejorar eso para ser un mejor jugador”.
Alanzo no habla español y en términos generales es un muchacho de pocas palabras, aún en inglés. Su madre dice que él se crió en un hogar donde solo se hablaba inglés, pero que entiende muchas cosas en la lengua de Cervantes, aunque admite que a su hijo le invade la vergüenza al hablar. “Qué lo qué”, es lo primero que atina a decir Frink cuando se le pregunta por el idioma. Lanza una gran sonrisa. Nada mal para un jovencito que no suele ser muy expresivo en cancha. Sin embargo, es muy querido entre sus compañeros jugadores y eso quedó evidenciado cuando lo nombraron el MVP de Centrobasket U-17.
En segundos tenía una avalancha de jugadores sobre él. “Él es un muchacho bien bueno, humilde”, afirmó su madre Ingrid. “Nunca me ha dado problemas. Es bien inteligente”.
Alanzo tiene al joven NBA de los Sixers de Filadelfia, Ben Simmons, como su jugador preferido. Entre los jugadores de República Dominicana le gusta Karl Towns, quien, al igual que él, empezó con la selección tricolor U-17 antes de convertirse en una estrella en la NBA. Towns jugó en la selección quisqueyana de mayores siendo un muchacho de la edad de Alanzo, quien igual le gustaría tener ese honor. “Claro que me gustaría”, apuntó. “Estaría orgulloso como ahora”.
Alimentación
Su madre Ingrid nació en el ensanche Quisqueya, pero se fue a los cinco años de República Dominicana. En su hogar se cocina comida dominicana y Alanzo es loco con todos los platos imaginados. Pero en estos momentos ya su familia está tratando de cuidar y mejorar su físico y hace unos meses comenzó un proceso de preparación en ese sentido.
Así que ahora las cosas son diferentes. “Estamos tratando de cambiarle el físico. Él cumplió 17 años y por eso ahora come muchas pastas, pero sin salsa, solo con ajo y aceite. Está comiendo mucha proteína, clara de huevo, avena y esas cosas”, explica su madre. “Ya le está cambiando su cuerpo y se le nota. Antes de eso él comía mucho arroz, carne y habichuela cocinada por mí. Yo vivo en Estados Unidos, pero soy dominicana, mi cultura sigue igual”. Ingrid sabe que el destino de Alanzo está en las manos de Dios, pero se siente muy contenta porque la meta por la que ella y su esposo fallecido tanto lucharon está casi por cumplirse: que Alanzo reciba educación financiada por el baloncesto.