Félix Sánchez quiere ayudar, pero él también necesita ayuda.
De manera silente, el doble campeón olímpico y mundial tiene diez semanas entrenando a un grupo de velocistas cuyas edades están entre 16 y 20 años.
Félix elaboró un programa extenso, de al menos nueve meses. Hace un par de días conversé con él mediante una entrevista que publiqué ayer en este diario.
Él dice que hasta el momento ha costeado de su bolsillo estas diez semanas y que espera la ayuda del Ministerio de Deporte y de la propia federación de atletismo, pero que además ha tocado puerta en el sector privado.
De verdad que no me cabe en la cabeza como alguna institución, sea del estamento público o del sector privado, vacila al momento de respaldar esta iniciativa, especialmente viniendo de un tipo tan laureado como Félix.
Estoy seguro de que la ayuda del Ministerio llegará pronto y que su federación no lo dejará solo. Para cualquier marca o para cualquier empresa debe representar un plus unirse a este proyecto. No hay que ser un gran mercadólogo para saberlo.
Sánchez ha cumplido su promesa de ayudar a los nuevos talentos dominicanos y estamos comprometidos en brindarle todo el respaldo que sea posible. La realidad es que no está obligado a hacer lo que hace. Eso deja claro que se siente comprometido con esta nación.
Que una figura como él se queme la piel bajo el candente sol dominicano cada mañana con el objetivo de enseñar a las nuevas generaciones debe ser un evento que ninguna institución -pública o privada- o marca debe ignorar, especialmente en un país en el que la miseria deportiva es palpable.