El tenor italiano se presentó la noche del sábado 24 de febrero en el Estadio Olímpico, por primera vez

Andrea Bocelli solo le faltaba cerrar más arriba aún y para eso lo mejor era el aria de Turandot de Giacomo Puccini, Il príncipe ignoto (El príncipe desconocido), más conocida como Nessum dorma.

“¡Nadie duerma! / ¡Nadie duerma!”. El Nessum dorma se convirtió en el caballo de batalla de Pavarotti, y fue justamente la última que cantó en su última aparición: al final de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín 2006, donde fue ovacionado.

La noche del sábado 24 de febrero del 2024 era un milagro de luna llena y, Andrea Bocelli quiso regalar a Santo Domingo un recital bien completo, con canciones en español y en italiano. Y como está de gira (y este lunes 26 cantará en el Festival de Viña del Mar), el espectáculo incluye también al excelente flautista italiano Andrea Griminelli, quien acompañara también a Pavarotti. Y no necesitó decir “Buenas noches Santo Domingo” -nadie está obligado a hacerlo- su entrega artística lo dice por él.

El opening de la Orquesta Filarmónica de Santo Domingo fue dirigido por su director Amaury Sánchez, que enseguida entregó a Bernini quien dirigió Farandole, de L’Arlesiene, de Bizet, que introdujo al público de la mano hasta esas estancias tan especiales donde habita la buena música.

La donna è mobile, de la ópera Rigoletto de Giuseppe Verdi fue el primer tema cantado por Bocelli. Siguiò con La mía letizia infondere, de la primera gran ópera de Verdi.

Para Me llaman la primorosa, de El Barbero de Sevilla, de Jiménez y Nieto dejó en solitario a María Aleida, quien demostró una voz hermosa, segura y con vibrato de eficiente extensión.

Bocelli interpretó de Donizetti, Por mum amè, de la ópera cómica La fille du regiment, una obra que en apenas 16 años cumplirá 200 años de estrenada.

María Aleida y Bocelli interpretaron a dúo Tace il labbro, de La vedova alegre (La viuda alegre), una opereta en tres actos con música del austro-húngaro Franz Lehár.

El flautista Andrea Griminelli salió a escena por primera vez, con su maravilloso instrumento al cual sabe arrancarle sonidos casi siempre tan dulces y tan eficientes que después de la Czarda de V. Monti, el público ovacionó, como lo había hecho con cada canción.

De La Boheme de Puccini, Bocelli cantó junto a María Aleida O suave fanciulla. Y de La Traviata de Verdi, Brindisi.

Tras 20 minutos de descanso, la orquesta ofreció un medley de temas del oeste norteamericano, bajo el título de West Side Story, de Leonard Bernstein.

Bocelli salió a escena con cambio de saco, azul con brillos, e interpretó el Funiculí funiculá, de Incanto, de Luiggi Denza, una canción napolitana estrenada en 1880, la cual fue plagiada ingenuamente por Richard Straus, quien seis años después la escuchó en Italia y creyendo que era una canción folklórica la incluyó en su obra Aus italien. Tras ganar el pleito Denza recibió un canon cada vez que la obra Aus italien se ejecutaba en público.

Bocelli se metió en el mundo hispánico con la canción Amapola, del compositor gaditano José María Lacalle, y que cumple este mes 101 años de haber sido grabada en La Habana por primera vez por la Orquesta Cubana Francesa de A. Moreno.

Siguió Granada, de Agustín Lara escrita en 1936 cuando el mexicano no había visitado aún la ciudad andaluza, donde se encuentra el Palacio de la Alhambra y su famosos Patio de Leones mostrados en la gráfica de la pantalla led, así como el Pico Veleta, mientras Griminelli aportaba la flauta y Dessi Jevón y Vanessa Nichole danzaban una coregrafía alegórica a las corridas de toros.

Andrea Griminelli como solista interpretó de Ennio Morricone un medley de temas de filmes western spaguetti, como el tema de El bueno, el malo y el feo, película de Sergio Leone estrenada en 1966.
El siempre eficiente Griminelli acompañó a Bocelli en la composición de otro ciego como él, Joaquín Rodrigo, En Aranjuez con amor, del Concierto de Aranjuez, obra estrenada para guitarra y orquesta en 1940. Por ella el Rey Juan Carlos le otorgó el titulo nobiliario de Marqués de los Jardines de Aranjuez.
De la mexicana Concha Velásquez; que aún no ha sido besada antes de que lo compusiera, el bolero Bésame mucho, con la presencia escénica de Vanessa Nichole en el aro aéreo.

Carolina Rial cantó Shallow, de Lady Gaga, y luego acompañó a Andrea Bocelli en Vivo por leí y Canto de la Terra. Entre ambos temas, Bocelli invitó a escena a su hijo Mateo con quien cantó Fall on me, canción de Ian Axel y Chad (King) Vaccarino.

Canto de la Terra fue el falso final. Casi enseguida Andrea salió nuevamente a escena para interpretar O Sole mío, de Di Capua; Con te partiró, de Sartori. Y la estocada final fue con la ya comentada Nessun dorma.

La próxima ocasión que haya un concierto de música clásica, se hace necesario aclarar al público que no hay que ir al estadio Olímpico en traje o guayabera con sombrero, y menos con vestidos de largo y tacones altos.

Bocelli trajo invitados al espectáculo

Bocelli que fue amigo de Pavarotti ha dicho que “Nadie puede ocupar el lugar de Pavarotti. Es una responsabilidad que no quiero ni voy a sentir porque para ocupar el lugar de Luciano necesitaría que existieran más de uno, no solamente yo”.

Invitados: al director de orquesta Carlo Bernini, se sumaron la soprano corolatura Maria Aleida Rodríguez Pérez, cubana, quien salió de Cuba a los 14 años y se formó musicalmente en Venezuela. La cantante Carolina Rial, de apenas 20 años, hija de español y boliviana, nacida en Nueva York. Y la pareja de bailarines Desi Jèvon de raíces hawaianas y nacido en California, y Vanessa Nichole, una bailarina y aerelista que se ha presentado con Katy Perry.

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