La revista Foreign Affairs recientemente se ha referido a la débil capacidad de México para enfrentar las previsiblemente complicadas relaciones con la nueva administración Trump. Resulta irónico que México se encuentre hoy en una posición tan vulnerable, resultado de un acuerdo de libre comercio, que tenía amplias ventajas comerciales, políticas y estratégicas para los Estados Unidos. Si nos limitamos a las cifras económicas, la vulnerabilidad mexicana no es evidente a primera vista, pues el Producto Doméstico Bruto (medido a la paridad) es de US$2,200,000,000,000, ocupando el lugar número 11 en la clasificación mundial. Las exportaciones han alcanzado la asombrosa cifra de 380 billones de dólares, lo que representa unos ingresos diarios de más de 1,000 millones de dólares. Basta señalar, como comparación, que el promedio mensual de las remesas equivale a algo más de dos días de exportaciones. Consecuentemente, México posee una importante infraestructura industrial para la fabricación de automóviles, acero, maquinarias, equipos médicos y electrónicos. etc. Semejante infraestructura pudo haber sido utilizada como plataforma para proyectar internacionalmente al país, y conquistar nuevos mercados, reduciendo su dependencia del mercado norteamericano, que representa más del 80% del destino de sus exportaciones, haciéndolo hoy más vulnerable que nunca a las decisiones de su vecino del norte, bajo el gobierno de Trump. No obstante, semejante estrategia solo podía haber sido impulsada por un estado fuerte y moderno, sin los vicios institucionales propios del clientelismo y populismo latino-americano. El deficiente desarrollo institucional es evidenciado por la bajísima calificación de 35 puntos en el ranking mundial de la Percepción de la Corrupción, comparada con los valores de 89 a 91 puntos, para los países más transparentes. Esta bajísima valoración se ha mantenido invariable en los últimos años, lo que revela la falta de progreso institucional. No debe sorprender, que el nivel de pobreza en la sociedad mexicana alcance el 51% de la población. El modelo populista-clientelista latino-americano, que tanto debilita el desarrollo institucional del estado, consiste en gobernar manipulando la realidad, distorsionándola con las apariencias. Siendo así, lo importante es aparentar estar comprometido con la gente, antes de estarlo; lo importante es aparentar ser veraz, antes que decir la verdad. El espejismo populista clientelista está basado en el arte de la simulación, propuesto por Maquiavélico, en El Príncipe. Empero, en la Italia del Renacimiento no habían redes sociales, ni teléfonos inteligentes, ni las interconexiones modernas. Tarde o temprano, los hechos terminarán contradiciendo el mundo de las apariencias, fabricado por los políticos. De ahí, el nivel de rechazo del 66% al presidente mexicano Peña Nieto, el descrédito de Lula, y un Nicolás Maduro sostenido en un hilo por unos generales, que saben que si caen, irán a la cárcel.
Vulnerabilidad mexicana ante el gobierno de Trump
La revista Foreign Affairs recientemente se ha referido a la débil capacidad de México para enfrentar las previsiblemente complicadas relaciones con la nueva administración Trump. Resulta irónico que México se encuentre hoy en una posición tan…