Sin nunca perder de vista el contenido básico de la Carta Democrática Interamericana, la Organización de Estados Americana (OEA) se concibe como un foro permanente de discusión política de sus estados miembros.Es una plataforma para intercambiar ideas que contribuyan al desarrollo de los pueblos, y resolver diferencias que obstaculicen este propósito. La Carta Democrática promueve y defiende el principio de no intervención y de no injerencia en los asuntos propios de cada estado.
Sin embargo, ese instrumento deja claramente establecido que se inclina por el derecho de los pueblos de América a defender su democracia, y promueve la obligatoriedad de sus gobiernos a garantizarla y preservarla.
“La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas”, resalta la Carta Democrática. Y esta postura está ceñida a la misión de la OEA, de servir de apoyo en el fortalecimiento de la capacidad institucional y humana de los estados miembros.
Visto así, se sobreentiende que la razón de ser de la OEA es defender y crear las condiciones para mantener o instaurar la institucionalidad democrática en sus países miembros.
Venezuela es uno de los países independientes que forma parte de este organismo de integración regional, por lo que también firmó y ratificó la Carta Democrática Interamericana.
El mundo conoce la situación de crisis político-social, y consecuentemente económica, que atraviesa la hermana nación venezolana. La realidad derivada de este contexto se evidencia en el drama de miles de ciudadanos forzados al abandono doloroso de su patria.
Negar la crisis no se aproxima siquiera a una estrategia del gobierno venezolano para intentar tapar el sol con un dedo. Pero peor aún es negarse a recibir la ayuda que desde que estalló la crisis está ofreciendo la OEA, desde el punto de vista institucional y fomentando el necesario acercamiento de los distintos actores que convergen en el convulso panorama que arropa esa nación suramericana.
Este ha sido el planteamiento coherente e invariable de República Dominicana frente a esta crisis, que contrario a los que pretenden ponernos de frente a la OEA, está más bien ceñido a las intenciones de este organismo de servir de enlace para promover el diálogo fecundo entre las partes.
A esto apostamos y es el punto que defendemos. Por esto, la estrafalaria advertencia del senador Marcos Rubio recibió una respuesta tan contundente, oportuna y bien merecida, como la esgrimida por el Canciller Miguel Vargas Maldonado.