La vida es un evento a cuatro estaciones, colgando de los cuatro vientos de la tierra, haciendo un recorrido en los cuadrantes del reloj de nuestro propósito. Mientras existes Él sostiene el cronos, o tiempo terrenal; protege el tiempo útil de nuestro cerebro, mueve los tiempos de cuanto vive hasta vaciarlo como arena en su kairos, o tiempo de su voluntad, sabe de antemano cuánto tardaremos para despertar, reaccionar, comprender, y hasta dónde resistiremos una prueba.
Para Dios un día es como mil años y mil años como un día. Nos hizo, nos entiende, nos ama. Hace que el significado de lo que nos promete, supere el dolor de la espera, y con sólo una bendición nos da una eternidad en medio de los días contados de este viaje terrenal.