La impaciencia generalmente nos lleva a autoconvencernos de que el tiempo se detuvo, que Dios se tarda, a no notar cambios, pero eso es en realidad el resultante de la frialdad de un ojo estático espiritualmente, cubierto con el párpado de las apariencias. Desde la ventana de un avión, viajando a 30 mil pies de altura y a 800 kilómetros por hora, vemos un ala flotando, prácticamente inmóvil, pero nada es más irreal.
Dijo Salomón “como se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios.” Tu percepción de la realidad, guarda profundas distancias con la realidad misma, cual puntos equidistantes, nunca se encontrarán a menos que comprendas el modus operandi de Dios. Pocas cosas son como parecen pero Dios siempre es fiel.