Remembrando a John Glenn

La muerte de John Glenn me hizo recordar un episodio de mi vida acaecido en Los Angeles, CA, mientras nos hospedábamos mi difunta esposa Ruth en las casas de mi tía Beatriz Mercedes Badía Lara y la suya Olga Lara (también tía de Olga Lara la cantante

La muerte de John Glenn me hizo recordar un episodio de mi vida acaecido en Los Angeles, CA, mientras nos hospedábamos mi difunta esposa Ruth en las casas de mi tía Beatriz Mercedes Badía Lara y la suya Olga Lara (también tía de Olga Lara la cantante), en Yorba Linda y Chula Vista, respectivamente.Había ido a Los Angeles por escogencia de Antonio Rodríguez Mansfield, presidente y Administrador de CDA y ex funcionario del BID, de quien era asesor en la empresa, para asistir a un ejercicio de simulación de competencia estratégica. Era el año de 1981 y el ejercicio se desarrollaría en la Douglas Aircraft Corporation, de Los Angeles, de la cual era Presidente el ex astronáuta John Glenn, quien murió el día 8 del recién pasado mes de diciembre. Personalmente recibió a cada uno de los participantes seleccionados por la mayoría de la líneas aéreas del mundo.

El primer día del encuentro se explicó toda la tecnología que debía usarse, así como las reglas del juego. Fui uno de los seleccionados para encabezar uno de los grupos multidisciplinarios de competencia en rol de Presidente de la Aerolínea virtual que el grupo conformaba. También se me entregó un automóvil “para que pudiera pasear a mi acompañante esposa”, el único que recibió ese privilegio, porque solo yo tenía licencia norteamericana de conducir.

Mi grupo estuvo hasta el último día encabezando la competencia que duró un mes, cuando nos prepararon un truco para que perdiéramos el liderazgo al convocarnos a reunión urgente. Salimos de la oficina dejando nuestros borradores sobre los escritorios, y también dejamos la puerta sin cerrojo. Esa lección nos hizo ver lo fácil que es perder el liderazgo del mercado por fallas en la seguridad y la secritud.

John Glenn invitó a su casa de Long Beach, CA, a una buena parte de los asistentes a la competencia, inclusive a mi esposa, a una despedida con horario predeterminado, que condujo para cerca de cien personas, entre chistes, cuentos, aplausos y algarabía de ocho a diez de la noche del día final del ejercicio. Pocos minutos antes del término, John Glenn mandó a que se me invitara a permanecer en el patio hasta que nos mandara buscar. Cuando solo quedamos los invitados a permanecer, John Glenn se presentó a buscarnos, y nos condujo hasta un precioso bar dentro de la casa. Ahí estuvimos intercambiando ideas, cuentos, episodios de la vida. Éramos en total diez personas contando al anfitrión, quien nos hizo pasar un tiempo verdaderamente maravilloso, las dos últimas horas degustando preparados de café con piquete –diferentes tipos de bebidas alcohólicas– de los diversos países de la geografía terráquea.

Al salir para Yorba Linda, me equivoqué tomando el acceso sur en vez del norte de la autopista. Tremenda vaina, porque hacia el sur, la primera salida lleva a una fila en la frontera con Tijuana, México. Gastamos dos horas en retornar a la autopista. Cuando llegamos a casa de mi tía hallamos toda la familia despierta y preocupada.

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