Cuando el 30 de mayo de 1961 se registró el ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina, en República Dominicana se comenzó a respirar el primer hálito de libertad y democracia.
Tras 31 años de tiranía, la patria de Duarte y Luperón dio visos para el nacimiento de una democracia plena.
“Muerto el perro, se acabó la rabia”, diría un dominicano haciéndose eco del léxico del refranero popular.
Claro, al desaparecer Trujillo Molina, de inmediato no nació la anhelada libertad del pueblo dominicano… ¡ni las libertades públicas!
Pero el inexorable tiempo, temprano, se iba a encargar de que se comenzaran a vivir esperados momentos libertarios y de democracia.
Debo explicar que este modesto artículo no es para dar enseñanza de la moderna historia dominicana… y mucho menos para hacer un recuento de los acontecimientos políticos que en definitiva dieron al traste con el nacimiento del primer gobierno constitucional de nuestro país y que nació el 20 de diciembre de 1962 cuando Juan Bosch ganó -en unas elecciones democráticas y transparentes- la Presidente de la República.
Desde luego, nadie piensa que en el país se registrarán nuevas intentonas para violentar el orden constitucional…¡como ocurrió el 25 de septiembre de 1963 con el derrocamiento de Bosch con el Golpe de Estado!
Aquella asonada militar, protagonizada por enemigos de la democracia y de las libertades públicas, ocasionó que el 24 de abril de 1965 el pueblo se levantara en armas para regresar al orden constitucional.
Lo que sí hay que exponer -con todas las señales que norman el periodismo profesional- que República Dominicana nunca, como país perteneciente al mundo democrático y del pluralismo político-ideológico, volverá a ser una nación con los signos y dictámenes dictatoriales.
El pueblo dominicano, con la plataforma diseñada por todas sus organizaciones, no permitirá (jamás) que perezcan la libertad y la democracia.
Porque ha sido mucha la sangre que le ha costado para colocar a esta media isla, con todos sus héroes y mártires, en el lugar que hoy está.
En el lugar que le corresponde como nación miembro del mundo de la democracia y de las libertades públicas.
No es que estemos “alarmando” a la sociedad respecto a que en el país hallan sectores que tengan ideas o pensamientos antidemocráticos.
¡Ni lo imaginemos!
Sin embargo, siempre hay que estar en alerta porque de cualquier rincón puede salir un “loco”.