El pasado martes, mientras encabezaba un acto a propósito del Día Internacional de los Bosques, en Elías Piña, el presidente Danilo Medina dijo que no le tenía fobia a “los verdes”, en franca alusión al movimiento social denominado Marcha Verde, que reclama castigo para los corruptos y el cese de la impunidad en República Dominicana.Resulta interesante la respuesta del primer mandatario, porque aunque dicha de forma jocosa encierra una verdad digna de análisis. Ya Danilo Medina había dicho en reiteradas ocasiones que será el primero en apoyar cualquier acción colectiva contra las indelicadezas que puedan surgir en su gobierno.
Sin embargo, esta vez el presidente respondió objetivamente a una pregunta de periodistas que buscaban obtener, quizás, una respuesta distinta a lo que ya había expresado Medina y otros importantes funcionarios sobre este tema.
No tenerle miedo a los verdes, confirma la tranquilidad del presidente frente a quienes insisten en llevarlo al paredón, arguyendo que es el principal responsable del escándalo provocado por el caso de corrupción internacional que involucra a la empresa Odebrecht.
Un juicio político es un proceso de orden constitucional, cuya finalidad es determinar la responsabilidad de los servidores o funcionarios públicos, particularmente de los más altos cargos o autoridades, en situaciones que riñan con funciones conferidas por la propia Carta Magna y el ordenamiento jurídico vigente.
Ciertamente, esta figura está contemplada en nuestra Constitución. El procedimiento para el juicio político en República Dominicana empieza en la Cámara de Diputados. El artículo 83 faculta a los diputados a acusar ante el Senado a los funcionarios públicos elegidos por voto popular, por el Senado y por el Consejo Nacional de la Magistratura.
Sin embargo, esta interpelación debe estar justificada en la “comisión de faltas graves” por un funcionario o autoridad. Y es lo que precisamente se ha venido debatiendo, porque más allá de ruidos e imputaciones infundadas contra la figura presidencial, hasta el momento no existen elementos que vinculen a Danilo Medina con ningún acto de corrupción.
Intentar pescar en río revuelto es un ardid político bien conocido. Pero hacerlo con propuestas y pronunciamientos de esta naturaleza, y sin pensar en las graves consecuencias que puedan generar, principalmente en el orden social y económico, es simplemente apostar al caos y a la inestabilidad. ¿Será eso lo que algunos buscan?
Ya lo he dicho: lo prudente es dejar actuar a la justicia, y que la sociedad espere resultados sin dejarse utilizar por voces que procuran fines contrarios a los postulados verdaderamente patrióticos.