Un particular febrero de propósito múltiple

Un febrero enrarecido, que presagia perturbaciones diversas, empujadas por los que fracasaron en sus naturales intentos de conquistar poder, a quienes la mayoría negó preferencias políticas. Métodos supra democráticos para tratar de conquistar…

Un febrero enrarecido, que presagia perturbaciones diversas, empujadas por los que fracasaron en sus naturales intentos de conquistar poder, a quienes la mayoría negó preferencias políticas. Métodos supra democráticos para tratar de conquistar huidizos prestigios y espacios, ante un pueblo que muestra marcada madurez y que pretende escoger quien le represente genuinamente. Un mes que huele a Patria, con símbolos recién pintados, para destacar la dominicanidad, queriendo acomodar la enseña tricolor a intereses grupales. Espacio para colocar banderas en los frentes, mostrando a quienes tienen dudas, que al margen de las pasiones que nos separan, nos aglutina la dominicanidad. En el centro del mes, un San Valentín, símbolo del amor en todas sus facetas, luchando por salir de la prisión comercial a la que está sometido desde hace años, llevado a su mínima expresión por la resaca de bolsillo que: el “blá fraidei”, “la pacua”, “Santicló” y “lo reye”, dejaron en su tránsito hacia el 2017. Facilidades mercantiles que absorbieron tarjetas de crédito con efectos posteriores, que empequeñecen y laceran presupuestos y merman posibilidades. Febrero, mes de “macaraos” para carnaval de cuaresma, mientras a “vejigazos” los diablos “cojuelos” ponen a correr a muchachos y adultos, que participan en la algarabía. Matías Ramón Mella, celebra su natalicio 201 con su traje militar renovado, con heroísmo compartido con los otros Padres de la Patria, en la construcción de la nacionalidad dominicana.
Amor desbordado en ofertas de televisores, lavadoras, aires acondicionados y muchos otros artefactos, un millón de servicios y productos a precios de quemazón…. como si el corazón respondiera a estímulos con descuentos. San Valentín, consagrado como patrono de los enamorados, sacerdote nacido en Roma a mediados del siglo III y mandado a ejecutar en el 270 DC, se dedicó a casar secretamente bajo el rito católico. Eliminado del Santoral Católico, ha permanecido como símbolo del amor, por costumbre y tradición más que por comprobación histórica de lo que se le atribuye. Al margen de los símbolos, de cupido y sus flechazos que “alocan”, el amor permanece como expresión excelsa del ser humano, con o sin feromonas y sin explicación científica de la atracción entre seres humanos, con capacidad reproductiva cuando de distintos sexos y con otros propósitos cuando los son del mismo. Que viva el AMOR, en mayúsculas; el genuino entre amantes; el amor de padres; el de hijos; entre hermanos; el que provoca la amistad sincera; el amor al prójimo; el amor al recuerdo de los que hemos amado; al amor universal por y para la vida. Cualquiera que sea tu sentimiento y el grado con el que te envuelva, dedica un espacio hoy a rendir homenaje íntimo y personal, al afecto, al cariño, a la pasión, a la ternura, a la amistad, al apego y a la entrega y el dar, que supone el amar.

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