La vida está llena de momentos difíciles, complicados y dolorosos. Cuando menos lo pensamos ni lo queremos, ahí llega esa situación que nos atormenta, que nos saca de quicio, que nos hace perder momentáneamente las perspectivas, la fe y la esperanza.Jesús, nuestro Señor y Salvador, quien fue capaz de entregar su vida por nosotros, nos dice que es nuestra fe que puede salvarnos en cualquiera que sea la circunstancia que estemos viviendo. En el libro de Hebreos capítulo 11 versículo 1 se define con claridad y precisión ese concepto que da vida y esperanza: “…la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”.
Tener fe es confiar que todo será mejor. Tener fe es soportar el sufrimiento sabiendo que nuevas y grandes cosas tiene Dios para nosotros. Tener fe es confiar que este tiempo difícil pasará y vendrán momentos de gran refrigerio y alegría. Tener fe es saber que no siempre tendremos momentos de alegría y bienestar pero que siempre debemos estar contentos de lo que Dios ha hecho y hará con nuestras vidas.
No importa el momento difícil que estemos viviendo, nunca debemos perder la fe. No importa que grandes nubarrones de dolor y tristeza estén copando nuestros corazones, debemos aferrarnos con mayor firmeza a nuestra fe y buscar en ella el camino más seguro para encontrar el amor, la alegría, el bienestar y la paz de Dios, que como dice el apóstol Pablo en Filipenses 4:7, es una paz que “sobrepasa todo entendimiento humano”.
La fe es capaz de mover montañas y levantar las mayores fortalezas para enfrentar las situaciones más duras y más adversas. Por fe, Jesús fue a la cruz y entregó su vida por nosotros para darnos vida eterna. Por fe, Noé fue capaz de durar decenas de años construyendo una barca que salvó la raza humana del diluvio universal mientras todo el mundo se burlaba de él. Por fe, Moisés se convirtió en el líder del pueblo de Israel y logró sacarlo de su esclavitud en Egipto. Por fe, Abraham y Sara fueron bendecidos por Dios y pudieron tener hijos a pesar de su edad avanzada y ser líderes de naciones. Por fe, nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, pudo soportar todos los sufrimientos y traiciones y no ceder en su idea de crear una nación libre, soberana e independiente.
La fe es el camino directo para llegar a Dios y recibir su gracia y su bendición. El versículo 6 de Hebreos 11 dice que “sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. La fe es la clave para caminar seguros y firmes en nuestras vidas. Nada puede nublarnos el camino ni quitarnos el gozo, si mantenemos en firme nuestra fe y nuestra esperanza en Dios.
En los momentos difíciles y tristes, la fe es el antídoto especial para poder superar todo. Sin fe, caminamos sin norte seguro por la vida. Por eso, nuestra fe debe estar presente siempre, en los momentos tristes y en los momentos alegres, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en el dolor y en la alegría, en las dudas y en las certezas, en fin, la fe es la verdadera fortaleza para caminar sin temor por este mundo lleno de incertidumbres, miedos y locuras.
Romanos 8:28 dice que para los que estamos con el Señor “todo obra para bien”, y yo siempre agrego que eso es así hasta en los momentos que parecen muy malos. La fe es la garantía de que entendemos a fondo ese mensaje y nuestra vidas encuentren su verdadero sentido entregando nuestros corazones a Jesús.