Los estereotipos relacionados a las personas mayores de edad son interiorizados en la juventud y reforzados por décadas de actitudes sociales, al punto que, a nivel inconsciente y a menudo, actúan como profecías que se autorrealizan.
Contrario a Estados Unidos, donde el envejecimiento por lo general es considerado una etapa poco agradable, en Japón, la vejez es un símbolo de estatus, atendido a la filosofía del sabio Confucio. Y tomando este último país como referencia nos dispusimos a analizar cómo la vida de la mujer luego de los 60 años puede ser gratificante, a pesar de lo que se cree.
Si bien es cierto que a esta edad no se tienen las mismas fuerzas e ímpetu, esta etapa trae consigo una serie de vivencias y posibilidades que pueden ser bien aprovechadas para beneficio personal y colectivo. Es el caso de Rosa Amelia Díaz, casada y madre de dos hijos, quien luego de pensionarse en el Estado y quedarse “inactiva” en casa por dos años, decidió emprender un nuevo proyecto. “Desde mis años de juventud me ha gustado la repostería. De hecho, mientras trabajaba me mantuve haciendo postres caseros, pero luego de pensionarme me di cuenta que tenía el deseo y el tiempo necesario para dedicarme cien por ciento a aquello que amaba”. Se encontraba en el momento idóneo para llevar a cabo su plan. “Ya mis hijos están grandes, son autosuficientes, no tengo las mismas responsabilidades que antes, dispongo de mucho más tiempo. Esto me ha ayudado a poder seguir hacia delante con mi sueño”.
Y es precisamente lo que promueve el libro La vejez, nueva edad social, de Andrés Bello, al afirmar que “el cambio en la imagen de la vejez se traduce en la aparición de un ciudadano senior, útil, activo, en la estructura familiar y social”. De ahí que cambiar esta concepción es lograr que la sociedad reconozca que es un período de vida que debe hacerse grato, llevadero, y debe ser dignificado por otros grupos de la población.
Clara Rosario, de su parte, entiende que esta edad le ha dado la oportunidad de comprender mucho más el valor de la familia y los amigos.
“Ahora estoy más dispuesta a compartir con ellos, a pasar más tiempo juntos. Puedo prestar una valiosa ayuda dentro del ámbito familiar, funcionando como un apoyo para mis hijos pero, sobre todo, tiendo a convertirme en educadora y hasta cómplice de mis nietos”, detalla nuestra entrevistada.
“La capacidad para valorar la propia experiencia y a uno mismo, sería el antídoto para sobrellevar la desesperación, y cuando esta tarea se desarrolla de forma armoniosa, el balance resulta positivo y proporciona sabiduría”, explica la teoría psicológica planteada por el estadounidense Erik Erikson, y que en el caso de Clara, aplica perfectamente. Ella además complementa sus obligaciones diarias con la pintura, su pasatiempo favorito. “Sin importar el hobbie que nos guste es mejor que realizarlo y no esperar el tener tiempo o dinero suficiente. Si nos gusta el arte, por ejemplo, y no podemos solventar el costo de las pinturas y materiales, ahí están los museos o acudir a clases en un centro local de cultura. Sólo tenemos que proponérnoslo”, agrega.
Pero aquí no acaba todo. Un estudio realizado por el Centro de Promoción de Adultos Mayores (CEPRAM), con sede en la provincia de Córdoba, España, midió los efectos de la educación en el bienestar psicológico y social de las personas mayores, y comprobó “que el 77% de los asistentes recuperó la ilusión de vivir desde que volvió a estudiar, el 87% mejoró su estado de ánimo en gran medida y el 80% manifestó haber cambiado su actitud frente a la vida, lo cual revela que en la adultez y la vejez los aprendizajes significativos modifican las visiones de mundo”.
Así, Ana Josefina Álvarez, contable durante sus años de labores en la ciudad de Santiago de los Caballeros, tras su retiro encontró en la educación continua una manera de mejorar su estado de ánimo. “Me siento más contenta. Al tiempo que me actualizo hago nuevos amigos y defino metas cortas, como el curso que tomé de decoración de interiores. Más que ser excelente académicamente, lo que persigo es la calidad del encuentro y de los contenidos valiosos para este momento de mi vida”, nos cuenta.
Ante el panorama, este tipo de casos son una muestra clara de que las nuevas generaciones de adultos mayores están demostrando que en esta etapa del ciclo de vida las metas también están presentes y vinculadas a la autorrealización, la autoestima y el bienestar psicofísico, dejando atrás todo tipo de prejuicios que atentan contra un envejecimiento activo, como por ejemplo, que los mayores no tienen metas, no pueden aprender ni modificar visiones de mundo, derrumbando así imágenes obsoletas. P
Participación social
“El potencial productivo de las personas mayores es uno de los grandes desafíos del siglo XXI. En este marco, la sociedad deberá cambiar la forma en que las percibe y acostumbrarse a verlas como miembros activos y productivos dentro de la comunidad”. Dr. Robert Butler, presidente y fundador de los Centros Internacionales de Longevidad.
“Aunque los estereotipos tradicionales sostienen que las mujeres caen, hacia la madurez, en la depresión del nido vacío (cuando los hijos parten del hogar), esto no es del todo cierto. Distintos movimientos a favor de la mujer han ayudado a muchas de ellas a descubrir nuevas oportunidades”. Janet sh. Hyde, autora del libro Psicología de la mujer: la otra mitad de la experiencia humana.