Los nuevos jueces que serán elegidos por el Consejo Nacional de la Magistratura para ser parte de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) tendrán grandes retos que afrontar a partir de su designación. Por un lado, se van a estrenar en una institución que ha sido objeto de algunos cuestionamientos por fallos dudosos y de la cual en diversas ocasiones se ha dado a conocer un sorprendente estado de mora jurisdiccional por la inmensa cantidad de casos pendientes de fallo que al día de hoy sobrepasa los diez mil expedientes.
Por otro lado, en una sociedad en la que los más graves tipos delincuenciales se encuentran muy bien organizados y en pleno apogeo, tendrán los nuevos magistrados la presión particular de ser motores para eficientizar pronto el Alto Tribunal que constituye la cúspide del sistema judicial, deberán contribuir a que se agilice el trabajo con rapidez pero con calidad, y tendrán además que hacer todo esto con un presupuesto que es a todas luces insuficiente.
También, desde sus nuevos roles en un organismo que al menos técnicamente se presume independiente, la sociedad espera de los magistrados el urgente compromiso de impulsar el fortalecimiento de la impartición de justicia en el país mediante la promoción de un verdadero saneamiento del Poder Judicial que no se limite simplemente a que los jueces con deseos de lucro personal irregular o que se desvían de los preceptos legales “se vayan a sus casas”, sino que muestre ejemplos firmes y claros de que la prevaricación no será tolerada y que será perseguida y llevada hasta las últimas consecuencias.
Pero además de todo lo anterior tendrán los nuevos jueces un desafío muy puntual: Demostrar a los dominicanos que a pesar de sus conocidos vínculos con partidos políticos y el hecho de que para nadie es secreto que su designación se desprende de negociaciones entre políticos tendrán la capacidad de desprenderse de sus inclinaciones personales para hacer un trabajo objetivo e imparcial en beneficio de la colectividad y sin reparar en intereses personales.
Por los indudables lazos de los nuevos jueces con diferentes colores de la partidocracia la sociedad civil tendrá toda su atención y sus ojos puestos en el quehacer de estos magistrados y por ende tienen ellos, más que los otros, la responsabilidad de hacer una labor transparente y diáfana en la que su independencia sea palpable. Si no lo logran, serán como otros tantos que pasarán al recuerdo como marionetas desechables movidas por los hilos del poder, pero si lo logran, tienen la oportunidad de casarse con la gloria y hacer historia en la República Dominicana.