¿Intelectuales?

Si la intención del grupo de “intelectuales”, esos que andan por ahí proponiendo la renuncia del presidente Danilo Medina, era llamar la atención de los medios de comunicación y despertar ruidos en las redes sociales, al menos habría que conceder

Si la intención del grupo de “intelectuales”, esos que andan por ahí proponiendo la renuncia del presidente Danilo Medina, era llamar la atención de los medios de comunicación y despertar ruidos en las redes sociales, al menos habría que concederles ese reconocimiento.Más allá del acertado calificativo dado por el presidente de la Junta Central Electoral a estos desorientados, se trata de una acción tan estrambótica que ni siquiera resiste un análisis o algún ejercicio serio de razonamiento lógico.

Una simple mirada al listado de los autoproclamados “intelectuales” que apoyan una renuncia de nuestro presidente constitucional, basta para percibir que incluso no fueron apoyados por los principales activistas de la “Marcha Verde”.

Lo que ocurre es que los propulsores de este movimiento social no quisieron verse en la palestra haciendo un ridículo de grandes proporciones, con una idea alocada que podría dañarles el relativo impacto social que han obtenido con sus marchas y actividades.
Por esta razón, los “intelectuales” anti constitucionalistas se quedaron tan solos en este dislate que quizás hasta contemplen una dispensa pública, por haber ofendido la memoria histórica de un pueblo que hace muchas décadas superó el oscurantismo y las puñaladas traperas al orden democrático.

La sociedad dominicana no sale del desconcierto, ante un adefesio incluso sin naturaleza. Hay quienes se preguntan si esos “intelectuales” despistados perdieron el buen juicio, por haber fallado en el intento de pescar en río revuelto.

En la pasada entrega de este espacio, decía de forma sarcástica que todo parece indicar que lo que existe es la intención marcada de “gadejo”, forma peculiar de llamar a los expertos en convertir suaves brisas en tempestades.

Con esta barbaridad firmada por “los intelectuales” queda, pues, evidenciada que más que contribuir al desarrollo y fortalecimiento de nuestra democracia, hay quienes apuestan al caos y el desorden. Olvidan que el Estado dominicano (contrario al discurso que estos agitadores resentidos enarbolan) propugna, defiende y promueve las libertades públicas y el respeto irrestricto a las normas más elementales del derecho. Por suerte, el ciudadano no es bobo y sabe cuándo, quién, cómo y por qué se le quiere vender gato por liebre. Sabe bien que esos chapulines colorados sin “chipote chillón” ni “antenita de vinil” se disfrazan de ilustres defensores contra la impunidad, para dejar escapar sus odios y rencores no superados.

Como dije al principio de esta reflexión, no vale la pena profundizar sobre la ausencia de sustento legal o constitucional de esta propuesta absurda, porque sabemos que su objetivo es crear un alboroto que al final de cuentas sólo sirvió para mostrarnos un ángulo interesante de un patriotismo desfasado. Oh, perdón, omnipotentes e iluminados señores.

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