Plantear en la República Dominicana la destitución del presidente Danilo Medina como parte de una ecuación política, es una de las formas más miserables de perder el tiempo, o, en el mejor de los casos, una expresión de la majadería de gente que carece de imaginación.Pero más aún, situar esa remota eventualidad en el centro de las confrontaciones internas en el Partido de la Liberación Dominicana apunta en la dirección equivocada y solo persigue agudizar las contradicciones en esa formación política.
Para empezar, en nuestro país no existe tradición de juicio político, lo cual, sin embargo, no impide que se pueda realizar. De hecho, figura bien definido en los artículos 80 y 83 de la Constitución, que definen las respectivas atribuciones del Senado y de la Cámara de Diputados.
A lo que me refiero, de entrada, es a que en más de un siglo ningún Presidente ha comparecido ante las barras del Senado para ser sometido a impeachment, lo que significa que varias generaciones ignoran estos procesos.
Sin embargo, este no es el obstáculo principal para llevar adelante un proceso de destitución de Danilo, sino la correlación de fuerzas congresionales, cuya mayoría la controla el PLD.
¿Con cuáles legisladores cuentan la oposición, las redes sociales y los grupos verdes para lograr que la Cámara de Diputados reúna las tres cuartas partes para hacer de Ministerio Público que acuse a Danilo ante el Senado?
Más aún, ¿cuántos votos tienen esos grupos para obtener un juicio político que saque a Danilo de la Presidencia de la República y se inicie el proceso sucesorio que establece la Carta Magna? Además, ¿sobre cuáles bases se pudiera imputar al jefe del Estado?
Un dato importante es que si Danilo saliera del poder en esas circunstancias no sería necesario ninguno de los mecanismos extraordinarios que contempla la Constitución para los casos de ausencia definitiva del Presidente. ¿O en la descabellada ecuación figura salir también de Margarita Cedeño?
¿Puede alguien en sus cabales insinuar siquiera que dentro del PLD pueda gestarse un movimiento que atente de cualquier manera contra sus gobernantes?
Las elucubraciones en esa dirección solo buscan sembrar cizañas en el PLD con la manifiesta intención de minar la armonía partidaria, aunque algunos se presenten como amigos, unos, del Presidente Medina, y otros del expresidente Leonel Fernández.
No creo que sean una cosa ni la otra; percibo que juegan a otros intereses que procuran desplazar al PLD del poder, posibilidad que se visibiliza en la medida en que los peledeístas caigan en el “galloloquismo democrático”.
O quizá sean sueños de una noche de verano, cuando el sofocante calor tropical suele poner a la gente a soñar disparates.