El Pacto Nacional para la Reforma Educativa (2014-2030), que firmamos por la calidad de la educación dominicana, establece en su numeral 6, el compromiso con la instalación de una cultura de evaluación en el Sistema Educativo dominicano. De hecho, en casi todos los diálogos en la ruta hacia la consecución del Pacto, estuvo presente el tema de la evaluación en su concepción más amplia e integral. En ese espacio, se ventiló la necesidad de que al Sistema se le proveyera de un marco de evaluación para todos los actores, que además de diagnosticar las oportunidades de mejora de cada sujeto, pudiera generar datos y análisis para la reformulación de políticas públicas cada vez más acertadas. El Pacto consigna al respecto, evaluación para todos los actores, niveles, modalidades y subsistemas.
De ahí que veamos con mucho beneplácito el reciente acuerdo entre la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD), en cuanto a iniciar esta evaluación en todos los centros del país. Serán incluidos, además de todos los docentes, los coordinadores docentes, directores, técnicos distritales, regionales y nacionales.
El desarrollo de una cultura evaluativa, que pueda descubrir no solo las competencias sino también las limitaciones de cada servidor, y que identifique -tal y como señala el Ministro- quiénes cumplen con sus funciones y en qué medida proporcionará insumos para medir la calidad del gasto educativo. En estos momentos, tenemos que garantizar resultados, dado el aumento significativo de la inversión en educación, que ha permitido mejorar la infraestructura y equipamiento de las escuelas, pero, sobre todo, mejorar la calidad de vida personal y profesional de todos los actores. Al respecto plantea la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), “el efectivo seguimiento y evaluación de la práctica docente es fundamental para la mejora continua de la eficacia de la enseñanza en una escuela”. Desde esta perspectiva, una evaluación docente que sea significativa implica una valoración precisa de la eficacia del aprendizaje, sus fortalezas y áreas de mejora, seguido por la retroalimentación, acompañamiento, apoyo y oportunidades para el desarrollo profesional.
Necesitamos poner en marcha ese proceso evaluativo, y crear un régimen de consecuencias comprometido con el cumplimiento y la calidad. Garanticemos pues, la operatividad con éxito del Estatuto Docente y del Tribunal de la Carrera Docente.
