1. Los problemas de la justicia
La justicia dominicana no tiene un problema, sino muchos. Económicos, nunca hay fondos suficientes. De formación, los jueces tienen un choque entre el garantismo que les enseñan en la Escuela Nacional de la Judicatura y la realidad conservadora que hacen suya tan pronto son fijados en un tribunal, para poder sobrevivir. Dispersión, los jueces están “cada cual en lo suyo”, no tienen espíritu de cuerpo y le temen, como el diablo a la cruz, a los procesos disciplinarios (y con razón). Entre otros que huelga describir en esta Pincelada.
Todo esto influye en dependencia de la “justicia” (así con comillas), de factores externos a la misma. Al grado que la “justicia” no es, para nada, independiente. Y sin una “justicia” independiente nunca llegaremos a “penjamo”, como decía el inmenso Enriquillo Sánchez.
Este es un buen momento político para enviar una señal que tranquilice a todos, pues con una justicia (sin comillas) independiente, todos ganaremos, incluso los que creen que pierden.
2. La carta de los jueces de corte del D.N.
Jueces de la Corte de Apelación del Distrito Nacional enviaron una carta dirigida al presidente y demás jueces de la Suprema Corte de Justicia solicitando convocar al pleno de ese órgano, para elegir un nuevo representante en el Consejo Nacional de la Magistratura, pues “con la conformación actual (…) y la persona del magistrado Frank Soto fungiendo como secretario de ese órgano, el 75% de los miembros de la carrera judicial no cuentan con una representación, lo que a todas luces constituye un contra sentido, en razón de que la propia Constitución establece que las tres cuartas partes de los jueces de la Suprema Corte de Justicia deben provenir de carrera judicial y, sin embargo, en este momento la composición del Consejo Nacional de la magistratura no incluye a un juez de carrera”. Tanto quien preside la Suprema Corte de Justicia, el doctor Mariano German Mejía, como el señor Soto provienen del sector externo, “lo que ha dejado a los de carrera sin representación dentro de dicho Consejo”.
Y llevan razón los jueces en su comunicación, lo extraño es el silencio cómplice de los jueces supremos de carrera, que aceptan les quiten espacios de representación.
Es importante que los jueces se manifiesten, aunque sean pocos. Y que confluyan en la idea general de que algunos “jueces supremos” enlodan el órgano y de que no existe independencia funcional. Dicen los jueces: “No podemos permanecer de espaldas a los eventos que se suceden en la sociedad dominicana, donde existe un reclamo unánime hacia la necesidad de una justicia independiente con autonomía funcional, administrativa y presupuestaria, tal como lo proclama la Constitución”.
“Palabras han habido”, dijo la vieja.
Conclusión
Una justicia independiente debería ser el norte de la clase política nacional y el mejor legado a las futuras generaciones. Todos ganaremos. Pero existen tantos intereses en disputa que parece lejos el deseo. Aunque no debemos cejar en el empeño.