Estoy convencido de que exceptuando los ambientalistas más informados, los dominicanos desconocían hasta la semana pasada la importancia económica que tiene para nuestro país el “pez loro” y el “erizo negro”, aunque es muy fácil de explicar. El turismo es uno de los principales motores de la economía y una actividad vital para la agricultura, agroindustria y la industria; y uno de los principales componentes de nuestra oferta turística son las maravillosas playas de arena blanca pobladas de cocoteros, sin cuyo atractivo perderíamos una buena parte del turismo internacional que ya supera los seis millones.
Pues bien, el pez loro y el erizo negro son eslabones fundamentales en los ecosistemas que aportan la arena que hacen atractivas nuestras playas, así como en la salud y preservación de los arrecifes de coral que las protegen. El pez loro se alimenta de las algas que crecen en las barreras de coral y su aparato digestivo lo convierte en arena rápidamente, pero además, al reducir la población de algas contribuyen a la preservación de los corales. El erizo negro también elimina las esponjas que se pegan a los corales y los dañan provocando su desaparición e igualmente contribuye a la producción de arena.
Confieso que no tenía idea del transcendental rol que tiene el pez loro en los ecosistemas marinos y su importancia para la preservación de nuestras playas. Un pez loro produce más de 200 litros de arena cada año, pero la pesca intensiva en el litoral dominicano ha disminuido notablemente la población de esta especie. Lo mismo está ocurriendo con el erizo negro. La pesca inconsciente o irresponsable también está diezmando la población de tiburones y la raya.
Esto explica la importancia económica de la Resolución No. 023/2017 del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que dispone una veda en la captura y comercialización de todas las especies de tiburones, rayas, pez loro y erizos que habitan en las aguas jurisdiccionales de la República Dominicana y la comercialización de sus productos derivados en todo el territorio nacional, incluyendo su exportación o importación. Esta es una decisión de gran trascendencia para el futuro y sostenibilidad del turismo, pero no logrará su objetivo sin un amplio apoyo de la sociedad en general (empresas, gente del turismo, pescadores… de todos o la mayoría de los dominicanos), comenzando por promover el rechazo a quienes violen la veda. Por eso es muy importante que las autoridades ambientales apoyen las iniciativas para educar y hacer conciencia sobre la protección de estas especies.
¡POBRE CABARETE! No puedo eximirme de incluir esta frase, porque este lamento expresa el rechazo y la pena que me produce ver como los intereses mezquinos siguen depredando y destruyendo esta comunidad turística con un perfil único, digno de ser preservado y merecedor de una mejor suerte y del cuidado de las autoridades. ¡Qué pena que sólo Michel grite por ella!