Ya el vocablo caos no se “ajusta” -como calificativo- para insistir sobre el desorden urbano que ha normado, durante decenas de años, a la Duarte con París.Cualquier ciudadano extranjero, al leer la introducción de este artículo, se preguntaría: ¿Y qué es la Duarte con París? Le respondería: Una calle que lleva el nombre de París y una avenida llamada Duarte.
Una esquina, que es especie de un eterno infierno urbano. Un caos que ha estado presente por décadas.
Días antes de llegar al Ayuntamiento del Distrito Nacional David Collado, escribí pidiendo que el nuevo alcalde pusiera en su agenda resolver el grave problema.
Es tan grave este problema, que raya en lo antihigiénico. Constituye una vergüenza nacional en pleno siglo XXI.
Recientemente resalté el avance del turismo en nuestro país. Un turismo que se siente principalmente en las comunidades de Punta Cana, Bávaro, Puerto Plata, Samaná y la Zona Colonial de Santo Domingo.
Los resultados no mienten y me consta que el Ministerio de Turismo realiza ingentes esfuerzos para que ese avance no se atasque.
Por suerte (¿?), los turistas que llegan al país -lo que percibo- no se acercan por el área de la Duarte con París. Porque si lo hacen, salen despavoridos.
Ningún guía turístico lleva por ese segmento urbano, que más bien es un arrabal de mala muerte, a nuestros visitantes, que tienen una visión positiva de Santo Domingo.
La Duarte con París es -sintetizando- como narró el colega Jorge González: Caos, bullicio, desorden, suciedad, basura, taponamientos…
Agrego más: histórico infierno, hediondez, alimañas acumuladas y una vergüenza que espantan la modernidad global.
Me adhiero, además, a quienes de igual manera han calificado a la Duarte con París como un mercado desordenado y sucio. Una cocina colectiva, una letrina al aire libre, donde no hay normativas legales y mucho menos parámetros morales.
Las gestiones de todos los alcaldes que ha tenido Alcaldía capitalina han prometido resolver el eterno problema que bautizamos como el caos urbano de la Duarte con París, pero sus promesas se quedaron en teoría.
Veremos si David Collado, antes de irse de la Alcaldía, tiene otro comportamiento y acaba, para siempre, con el caos más terrible y traumático que ha vivido la capital dominicana.
Si logra la gran hazaña, tendríamos que proclamar: ¡El emprendedor se casó con la gloria!