Todos, sin excepción, somos como polvo que lleva el viento en un solo aliento. Como dice la canción, cierras los ojos por un instante y al abrirlos, ¡ese instante se fue! Nuestra pasajera vida, así deje cimientos o rastros, ¡son consumidos cuando el tiempo camina sobre ellos! Y alguien, sin mayores méritos, podría hasta superar en popularidad y extravagancia lo que cincelaste con disciplinado sacrificio.
Pero si quieres ver días grandes, felices y eternos, comienza a caminar con Jesús, ve tras su legado infinito, cruza desiertos y mares, traspasa corazones, abre puertas, limpia ojos ciegos, y te elevarás sobre el polvo del camino. ¡Cuando llegues a la cruz y dejes allí lo que debe morir, podrás cambiar las sandalias por alas y los sueños por bendiciones!