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SpaceX, la compañía aeroespacial liderada por Elon Musk, tiene previsto realizar este lunes 3 de marzo un nuevo intento de lanzamiento de su cohete Starship, el sistema de lanzamiento más potente jamás construido.
Este evento ocurre aproximadamente seis semanas después de que el vehículo sufriera una explosión durante su séptima prueba en enero, un incidente que dejó escombros dispersos en partes del archipiélago de Turks y Caicos.
De acuerdo con NBC News, el accidente del 16 de enero se produjo ocho minutos después del despegue, cuando SpaceX perdió comunicación con la etapa superior del cohete.
Tres minutos más tarde, el vehículo se desintegró, enviando fragmentos al cielo y causando que pequeñas piezas cayeran en áreas pobladas.
Aunque no se reportaron heridos, las autoridades locales trabajaron junto con SpaceX para desarrollar un plan de recuperación de los restos, aprobado el 13 de febrero. Según el medio, los residentes de la zona continuaron encontrando escombros más de un mes después del incidente.
La Administración Federal de Aviación (FAA), que regula los lanzamientos espaciales comerciales en Estados Unidos, inició una investigación tras el accidente y suspendió temporalmente los vuelos del Starship.
Sin embargo, el pasado viernes, la FAA autorizó a SpaceX a proceder con el lanzamiento de prueba número ocho, aunque la investigación sobre el incidente de enero sigue abierta. Según informó CNN, la FAA confirmó que SpaceX cumplió con todos los requisitos de seguridad, medioambientales y de licencias necesarios para esta nueva prueba.
Modificaciones en el diseño
SpaceX identificó que la explosión de enero probablemente fue causada por una fuga de propulsor en una sección del cohete conocida como el “ático”, ubicada entre el tanque de oxígeno líquido y el escudo térmico trasero.
Según un comunicado de la compañía citado por NBC News, esta fuga generó incendios sostenidos que llevaron al apagado controlado de todos los motores, excepto uno. Además, SpaceX explicó que las vibraciones generadas por las condiciones sónicas del vuelo pudieron haber contribuido al problema.
Para evitar que se repita un incidente similar, la compañía implementó varias modificaciones en el diseño y las operaciones del cohete.
Entre los cambios realizados, se ajustaron las líneas de alimentación de combustible hacia los motores, se modificaron las temperaturas del propulsor y se revisaron los objetivos de empuje operativo. También se añadieron nuevos sistemas de ventilación y purga con nitrógeno para reducir la inflamabilidad en la sección trasera del vehículo.
Un nuevo intento
El lanzamiento de este lunes, que se llevará a cabo desde las instalaciones de SpaceX en el sur de Texas, tiene como objetivo principal probar la capacidad del Starship para desplegar carga útil en el espacio.
Según NBC News, el plan incluye el intento de liberar cuatro satélites simulados de Starlink durante el vuelo, lo que marcaría la primera vez que el cohete realiza esta maniobra.
Otro aspecto crucial de la prueba será la recuperación de la primera etapa del cohete, conocida como Super Heavy, que intentará regresar a la plataforma de lanzamiento tras separarse de la etapa superior. SpaceX planea “atrapar” esta sección utilizando brazos mecánicos gigantes instalados en la torre de lanzamiento.
Este procedimiento ya fue exitoso durante el vuelo de enero, lo que permitió a la compañía considerar esa prueba como un éxito parcial. Si todo se desarrolla según lo previsto, la etapa superior del Starship volará durante aproximadamente una hora antes de amerizar en el océano Índico, cerca de la costa occidental de Australia.
Con una altura de 120 metros, el Starship es el cohete más grande y potente jamás construido. Su diseño consta de dos partes: el propulsor de primera etapa Super Heavy y la nave espacial de segunda etapa.
Este sistema ha sido desarrollado con el objetivo de ser completamente reutilizable, lo que podría reducir significativamente los costos de los viajes espaciales.
La NASA ha seleccionado a SpaceX para utilizar el Starship en su misión Artemis III, programada para 2027, que busca llevar astronautas de regreso a la superficie lunar. Además, Elon Musk ha señalado que este cohete podría ser clave para futuras misiones a Marte, alineándose con su visión de convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria.
El proceso de certificación del Starship por parte de la FAA no ha estado exento de controversias. Según NBC News, algunos críticos, incluidos legisladores como el senador Ed Markey, han expresado preocupaciones sobre posibles conflictos de interés relacionados con Musk.
Esto se debe a que ingenieros de SpaceX han trabajado como empleados especiales del gobierno en las instalaciones de la FAA, lo que ha generado cuestionamientos sobre la independencia de la agencia en la supervisión de los lanzamientos espaciales.
Por otro lado, SpaceX ha intentado tranquilizar a los residentes de Turks y Caicos sobre el impacto ambiental de los escombros generados por el accidente de enero.
Según documentos obtenidos por CNN, la compañía aseguró que los materiales utilizados en el cohete, como las baldosas de sílice de alta resistencia, no representan riesgos tóxicos para el ecosistema local.