Redacción Ciencia, 7 mar (EFE).- La Agencia Espacial Europea (ESA) está monitoreando la reentrada natural en la atmósfera terrestre de un palé de nueve baterías usadas de la Estación Espacial Internacional, que podría ingresar mañana 8 de marzo con una incertidumbre de +/- 0,4 días.
Las baterías fueron liberadas el 11 de enero de 2021 y su masa total se estima en 2,6 toneladas métricas, la mayor parte de las cuales podrían quemarse durante el reingreso. Si bien algunas piezas pueden llegar al suelo, el riesgo de víctimas (la probabilidad de que una persona resulte golpeada) es muy baja, recalca la ESA en su web.
La agencia recuerda que un objeto espacial de gran tamaño vuelve a entrar en la atmósfera de forma natural aproximadamente una vez por semana, y la mayoría de los fragmentos asociados se queman antes de llegar a la Tierra.
La mayoría de las naves espaciales, vehículos de lanzamiento y ‘hardware’ operativo están diseñados para limitar los riesgos asociados con una reentrada.
El reingreso de estas baterías se producirá entre -51,6 grados sur y 51,6 grados norte. Las grandes incertidumbres, impulsadas principalmente por los niveles fluctuantes de resistencia atmosférica, impiden predicciones más precisas en este momento, apunta la agencia.
“Cuanto más nos acerquemos a la ventana de reingreso esperada, mejor podrá limitarse geográficamente la región en cuestión”, subraya la ESA, que apunta que la previsión ahora de la reentrada es el 8 de marzo (+/- 0,4 días).
La agencia espacial está monitoreando el objeto y, previa solicitud, proporciona a los Estados miembros de la ESA las últimas predicciones sobre el momento y el lugar de la reentrada, que luego combinan con sus propios análisis.
No es la primera vez que la ESA sigue de cerca la reentrada de un objeto. Por ejemplo, el pasado 21 de febrero confirmó que el satélite Heritage ERS-2, ya en desuso, reentró en la atmósfera terrestre, sobre el océano Pacífico, entre Alaska y Hawái. No se reportaron daños materiales.
Cuando el satélite alcanzó unos 80 kilómetros respecto a la Tierra, empezó a romperse en pedazos, quemándose después los trozos.
El ERS-2 se lanzó en 1995 siguiendo los pasos de su satélite hermano, el ERS-1, lanzado cuatro años antes. En ese momento, los dos eran los satélites de observación de la Tierra más sofisticados jamás desarrollados. EFE