Senadores, empresarios, el régimen chavista y el jefe del grupo criminal Jimmy “Barbecue” tenían al dirigente en el punto de mira
El difunto presidente de Haití, Jovenel Moïse, lo dijo claramente en una entrevista con LA RAZÓN el pasado mes de marzo: “Los oligarcas corruptos quieren deshacerse de mí porque decidí cambiar el sistema”.
Como cualquier mandatario en la historia reciente de este país empobrecido, Moïse contaba con numerosos enemigos que veían en él un peligro para sus intereses.
Los tenía no solo entre la élite política y económica de Haití sino que también era blanco de organizaciones criminales relacionadas con el narcotráfico.
“Fue el presidente del pueblo, el dirigente que se atrevió a lo que ningún mandatario del país se atrevió a hacer en el pasado.
Moïse violó los códigos de la política tradicional haitiana que permitía el saqueo y el ultraje del país”, explica a LA RAZÓN un asesor del mandatario asesinado.
Empresarios
Dentro de Haití, Jovenel Moïse trató de cambiar sectores económicos clave en un país con una economía basada en los monopolios, como él mismo explicó en la entrevista con este periódico: “El sistema de monopolio vigente en Haití se basaba en la corrupción. No había ninguna competencia.
El Estado fue saqueado y la gente estaba empobrecida. Yo decidí cambiar este sistema para dar una oportunidad a estas personas que me eligieron. Como resultado, soy el objetivo del ataque de los oligarcas corruptos que quieren deshacerse de mí porque le he dado sentido a los votos que recibí”.
Moïse, un hombre procedente del mundo agrario -en particular del sector bananero– y con nula experiencia política hasta que llegó a la presidencia en 2017, ejecutó varias reformas en los sectores eléctrico y de las telecomunicaciones.
Uno de sus enemigos más fuertes resulto ser la familia Vorbe, cuya compañía operadora de energía fue confiscada por el gobierno.
En el comercio y en el ámbito de las infraestructuras también defendía ardientemente Moïse la acción de su presidencia. “En lo que tiene que ver con la importación de productos, ahora compramos directamente con el precio Platts, lo que permite al Estado de ahorrar 300 millones de dólares al año.
El Estado pagaba 1,5 millones por cada kilómetro de carretera construido. Hoy lo construye por 150.000 dólares con la misma calidad”, explicó a LA RAZÓN el mandatario asesinado.
Senadores
La reforma de la Constitución impulsada por Moïse pretendía acabar con el bloqueo institucional del país, cuya Carta Magna se inspira en la Constitución francesa, lo que llevó al dirigente a gobernar por decreto. Los planes del presidente pasaban por suprimir el Senado para hacer un parlamento unicameral.
De aprobarse esta reforma muchos legisladores se habrían visto perjudicados al perder su posición de privilegio. También pretendía instaurar el segundo mandato presidencial (él dijo que no optaría a una segunda presidencia) y llegar a un acuerdo con la oposición. De hecho, el primer ministro que designó y que no llegó a jurar el cargo era de la oposición, algo que no gustó en las filas de su propio partido.
Militares y policías desafectos
Recientemente Moïse había cambiado al director de la policía nacional y expulsado del cuerpo a militares de élite que participaron en lo que Moïse llamó intentona golpista del pasado mes de febrero.
En los últimos meses, además, la inseguridad propiciada por los secuestros, el saqueo y la violencia ha aumentado en las calles de Puerto Príncipe, con la muerte de más de 150 personas solo en junio, y la huida de 14.000 personas.
Las bandas criminales dedicadas al trasiego de droga reforzaron su actividad en Haití después de que el Gobierno de República Dominicana aumentara la presión policial contra el narco, incautando grandes alijos de cocaína. Esto hizo que los grupos narcotraficantes potenciaran la ruta de la droga en Haití. Moïse quiso combatir con los pocos medios del Estado haitiano este incremento del mercado de la droga.
Jimmy “Barbecue” Cherizier
Detractores de Moïse señalaron en el pasado que el presidente estaba coaligado con el jefe mafioso Jimmy “Barbecue” Cherizier, un ex agente de la policía que se presenta a sí mismo como el salvador de las calles, y que está acusado de perpetrar varias masacres. Recientemente, Barbecue logró unir a las principales bandas criminales en guerra de Puerto Príncipe en una nueva y poderosa alianza denominada “Familia y Aliados del G9″.
“Esta es una revolución armada”, dijo Cherizier a The Washington Post. Este periódico equiparó el G9 de Cherizier con los horrores de los Tontons Macoutes, los paramilitares respaldados por el gobierno que aterrorizaron Haití durante décadas bajo el dictador François Duvalier y su hijo Jean-Claude. Barbecue tenía en el punto de mira al presidente Moïse y a otros políticos haitianos, y el mes pasado lanzó la consigna de saquear los comercios.
“Es su dinero el que está en los bancos, las tiendas, los supermercados y las concesionarias”, dijo en un video en las redes sociales Jimmy Cherizier. “Vayan y reclamen lo que les pertenece”.
Venezuela
Durante años, el régimen de Hugo Chávez primero y después de Nicolás Maduro mantuvieron una generosa política de petróleo barato para los países de la región, incluido Haití, bajo el amparo del programa Petrocaribe, una fabulosa herramienta de integración regional y alianzas que se vino abajo con la crisis venezolana en 2018. Caracas vio en Moïse un presidente alineado con los postulados de Estados Unidos, especialmente en la época de Donald Trump.
En venganza, el chavismo habría destapado un caso de corrupción a partir del dinero que Haití ganó revendiendo el petróleo comprado a Venezuela en un esquema en el participaron las empresas de Moïse.