Resulta desconcertante la marcha ayer de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), al cuarto día de iniciadas las clases. Desconcertante por no afirmar que fue un abuso contra los niños y los padres de las escuelas públicas.
La ADP puede tener todas las razones en sus reclamos en favor de maestros o pensionados; en que se revalúen los concursos de profesores; en que se designen profesionales calificados para el período de tanda extendida; en que se cumplan los acuerdos del pasado; en que se apliquen los programas de incentivos por distancia y cualquier otra cosa.

La ADP puede tener la razón en todo. Pero no hay razones que justifiquen dejar de dar clases al cuarto día, recién iniciado el año escolar. Esa acción en sí misma daña los méritos que pudieran tener los maestros en sus reclamos.

Y peor aún, los términos en que se anuncia un inapelable plazo de siete días para que el Ministro de Educación responda a los reclamos y dé paso a la firma de un pacto “por más y mejor educación y por la paz escolar”.

No hay forma de aceptar lo ocurrido. Primero, los maestros permanecieron durante alrededor de 60 días con tiempo suficiente para realizar una actividad como la de ayer. La ADP es un poderoso gremio con una extraordinaria capacidad de convocatoria, como lo demuestra en cada manifestación.

Entonces, por qué no hicieron esa y sesenta marchas, una por cada día, durante el período de vacaciones, en el cual sobraba tiempo para reclamar.

De hecho, tenían las puertas abiertas en el Ministerio. Con el actual ministro iniciaron una luna de miel que nadie sabe cuándo terminó. Y sin más ni más se despachan con una marcha que se computa como un paro laboral.

Así no se contribuye a la mejora de la educación como demanda el gremio de los maestros, porque cada suspensión de clases en nombre de su reclamo daña la imagen y el ecosistema de la escuela pública dominicana.

La ADP debe recobrar la sensatez y abrirse al diálogo, al cual el Ministerio no se negará. Pero debe dejar atrás la paralización alegre de las clases. Eso es un abuso.

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