El embajador dominicano en Washington y miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, José Tomás Pérez hizo la pregunta que medio país se hace con relación a César Emilio Peralta (César el Abusador), identificado por el departamento del Tesoro de los Estados Unidos como el principal cabecilla de una banda de narcotraficantes de alto calibre:

“Detenido con drogas varias ocasiones y libre, acusado de herir a varias personas y libre, decenas de negocios ilícitos y libre, jefe de todos los narcotraficantes y libre. ¡Pero diablo!” Denme una explicación creíble a este desatino”.

Todo el mundo recuerda cómo el nombre de “César el Abusador” “sonó” en los días sucesivos al ataque en que resultó gravemente herido David Ortiz. Inclusive, uno de los vinculados al hecho lo mencionó en algún momento.

César Emilio Peralta llevaba prácticamente una vida normal, tanto que hacía gala de sus posesiones, con un sitio en la Web, y no parece que nuestras autoridades hicieran algún esfuerzo para al menos investigarlo.

Y ahora, por una investigación de autoridades norteamericanas se devela que ese hombre comanda una “organización criminal que ha usado la violencia y la corrupción en la República Dominicana para traficar toneladas de cocaína y opioides hacia los Estados Unidos y Europa”. Y tiene un largo historial criminal.

Resulta que el defensor de uno de los acusados ha sugerido que desde los estamentos llamados a perseguir el crimen habrían actuado de alguna manera para facilitar la huida de Peralta.

Tanto “aparataje” no fue suficiente para capturar al principal acusado de hechos tan graves como los señalados por las autoridades norteamericanas.

Y cada vez se estimula más la débil percepción de credibilidad que tiene la ciudadanía respecto a quienes tienen la responsabilidad de enfrentar la delincuencia.

Si el embajador Pérez ha reaccionado de esa manera, imagínese qué puede pensar el ciudadano común. Que sólo bajo el influjo de Estados Unidos aquí se golpea al crimen organizado, que se mueve bajo un manto de impunidad.

Como el embajador, medio país está asombrado con estas revelaciones.

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