Los Estados ante problemas globales-locales de extrema complejidad. Esto exige dirigencia política con visión de futuro, honestidad, compromiso patriótico y criterio unificador. Mientras, en nuestro país los actores públicos lucen enfocados en perseguir ambiciones particulares inmediatas, tener poder y disfrutar sus mieles, con lo que resultan peligrosos promotores de desintegración social. La consecuencia colectiva del modelo político de que el fin justifica los medios, es el relajamiento general de valores imprescindibles para una sociedad preservarse, como respeto a la palabra empeñada, competencia limpia, trabajo honesto y servicio altruista. Esta praxis política eminentemente egoísta, expande el destructivo “na e’ na”, igual a que solo importa ganar dinero y asegurar sobrevivencia individual. Terrible ceguera que impide ver que todos perdemos.

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