Pasadas las vacaciones, estudiantes y profesores están convocados a clases por el ministerio de Educación. Cerca de tres millones de niños y jóvenes deben agotar el período 2019-2020.
Desde hoy las familias con muchachos en edad escolar entran en un nuevo ritmo de desempeño en sus hogares.
Con el inicio de la docencia en escuelas públicas y privadas, igual las ciudades sufren impactos en el tránsito, especialmente el Gran Santo Domingo. Más personas y vehículos en las calles en las primeras horas de la mañana.
Los muchachos con las ilusiones o el entusiasmo del primer día y los padres con el empeño de levantarlos y estimularlos a aceptar los retos de la vida que comienza con la formación en las escuelas.
Los maestros, en los cuales poco se piensa, igual dejan atrás los días de ocio para volver a sus afanes con la grave responsabilidad que significa la formación de seres humanos.
En fin. Se tensan los ánimos para comenzar esta nueva etapa en la marcha de las familias y del país.
En el mundo de las escuelas y en la realidad del ministerio de Educación están las preocupaciones de maestros y padres por los establecimientos en malas condiciones, en proceso de reparación o de terminación.
De modo que también hay inquietudes. Las tienen los profesores organizados con sus demandas diversas y las autoridades en la búsqueda de soluciones.
Es la vida misma. Lo deseable es que con un espíritu colaborativo todas las partes realicen sus tareas para que este sea un buen año escolar.
Que los escollos no se conviertan en obstáculos insalvables.
Que no haya actitudes extremistas y que todo transcurra con normalidad.
Vale recordar el compromiso contraído. Lo fundamental es que la escuela cumpla con su función. Que no haya nada que altere su ritmo, que los muchachos puedan superar un año más, y que profesores, familias y comunidad educativa en general, se desempeñen con la armonía necesaria por el bien del país.
¡A las clases!
