La herencia de los primeros habitantes de Las Antillas es evidente en el lenguaje, la comida, la forma de producir, y en aspectos religiosos de nuestro país

En República Dominicana, así como en otros países de la región, como Cuba, Puerto Rico, Jamaica y Haití, aspectos de la cultura taína, como su conocimiento sobre el mundo natural, sus creencias religiosas, el tallado de piedras, y su gastronomía, todavía son preservadas, admiradas y dignas de estudios.

De acuerdo con el catedrático Irving Rouse, de la Universidad de Yale, autor del libro “Los taínos: ascenso y declive de las personas que saludaron a Colón”, esta herencia taína ha sido pasada de generación en generación con los orígenes de gente de lengua indígena, quienes emigraron al Caribe desde el valle del río Orinoco unos 1,500 años antes de la colonización Española.

La historia registra que poco después de la llegada de Cristóbal Colón al Caribe en 1492, estos pueblos nativos de habla arawak fueron completamente destruidos por la esclavitud, la enfermedad y el hambre.

En ese sentido, Rouse apunta que los taínos tenían una cultura bien plantada con un entendimiento profundo del paisaje y medioambiente del Caribe, sin embargo, “el impacto de la Colónización Europea del siglo XV cambió drásticamente la estructura de sus modos de vida. Confrontados con enfermedades, forzados en sistemas dominantes de poder social, económico y político, perdieron sus derechos a la tierra, a la expresión libre y en muchos casos a la misma vida. Los taínos tenían que crear maneras radicales para sobrevivir”, registra en su libro.

El Legado Indígena del Caribe (CILP) del Instituto Smithsonian, en Estados Unidos, es actualmente uno de los proyectos más grandes a nivel mundial que estudia precisamente esta cultura. Sus investigaciones exploran cómo lo taíno continúa evolucionando y prosperando hoy, a pesar del devastador episodio de colonización occidental.

A través de la investigación y los programas públicos, los investigadores de Smithsonian “están comprometidos con las ideas contemporáneas de la historia taína y el patrimonio nativo”.
El proyecto del Instituto procura, de acuerdo a lo indicado en su plataforma, motivar a la población a reconsiderar su propia cultura, identidad y cultura”.
Espacios

Uno de los espacios dedicados precisamente a resaltar y mantener vivo el legado histórico de esta población, es el Sendero Educativo Taíno, en el Jardín Botánico Nacional, que aunque tiene como principal propósito mostrar la evolución de la flora desde la época de los taínos, también comprende un recorrido donde el visitante puede aprender sobre sus principales costumbres de manera dinámica.

De acuerdo con Brígido Peguero, coordinador de la Ruta, este espacio que consta de aproximadamente mil metros permitirá al visitante “aprender sobre la etnobotánica, así como de la historia del uso de nuestras plantas desde esa época y después de la llegada de los europeos”.

La Ruta consta al principio de construcciones taínas, como bohíos y caneyes. Le sigue una serie de plantas que usaban con fines medicinales, alimenticios, y alucinógenos, que fueron introducidas tras la llegada de Colón.

Algunas de estas son yuca, guáyiga, guayaba, jicaco, anón, guanábanas, mamey o Anadenanthera peregrina (la alucinógena que usaban los indígenas en el rito de la cohoba), igualmente café, cacao y la caña de azúcar.

“Hermanos Guillén” también es otro proyecto en el país que conserva la esencia taína. Éstos crean piezas de barro inspiradas en la cultura de los primeros habitantes de Las Antillas. Realizan réplicas de dioses y otras figuras de devoción.

En la entrada de la iniciativa, emplazada en Monte Plata, los hermanos Guillén han decorado con piezas de los principales dioses de este grupo, como el dios Sol, la diosa Luna, Atabeira, el dios de la lluvia, entre otros. Está dirigido por Ramón y Esteban Guillén.

Herencia

Asimismo, hemos adquirido del idioma arawak algunas palabras. Esencialmente, son nombres de objetos, lugares, flora, y fauna que no existían en el idioma español. Canoa, huracán, hamaca, caimán, barbacoa, tabaco, maraca, iguana, y matantí, son un claro ejemplo.

También palabras y expresiones como mabí (un jugo natural), macana (arma de policía), y macuto (mochila de mano). La frase taína “un chin” o “chin-chin” significa una cantidad pequeña, y es tan común como la frase española “un poquito”.

Igualmente, gran parte de las ciudades, campo, ríos y lomas de República Dominicana poseen nombres indígenas. Algunos ejemplos que registran varios libros son Amina, Bao, Bonao, Cotuí, Cutupu, Dajabón, Damajagua, Guajaca, Guayubín, Inoa, Jacagua, Licey, Magua, Maguana, Mao, Nagua y Samaná. Además, ríos como Haina, Maimón, Ozama, Sosua, Tireo, y Yaque.

Una peculiaridad es que la palabra “conuco”, aunque perdió su significado como método de cultivo mixto a la milpa indígena de América Central, ha retenido el concepto como pedazo de tierra que se usa para la agricultura, subraya Peguero, quien reconoce que los dominicanos mantienen “los secretos de las plantas para sembrar, como aprovechar el ciclo lunar, conservando el alto entendimiento de los ciclos de la naturaleza de los taínos”.

El historiador Frank Moya Pons, en su Manuel de Historia Dominicana, señala que los taínos llegaron a hacerse agricultores sin dejar por ello de vivir, al mismo tiempo, de la pesca y de la caza. “Su principal legado fue un conjunto de plantas domésticas ya en Sudamérica, que parecen haber traído consigo desde las primeras migraciones. La más importante de esas plantas fue la yuca. De ella sacaban el cazabí, que es el casabe actual, gracias a un procedimiento que se conserva casi igual hasta nuestros días”, anota.

Entre los cultivos importantes estaba el maíz, palabra que pasaría más tarde al Continente. El maíz era comido tierno, crudo o asado. Otros cultivos que componían la dieta vegetal de los taínos eran las batatas, que comían asadas o hervidas; los lerenes, que comían igualmente asados o cocidos; el maní, el cual comían acompañado de casabe para obtener mejor sabor, los ajes y las yahutías.

Sobre el conocimiento de la medicina natural, los criollos atesoran varios métodos. Los más conocidos son usar las hojas de calabaza para el dolor de dientes e hinchazón, el jugo de la cepa del maguey como antibiótico, y la hoja de guayaba para la náusea. Una de las bebidas más antiguas, la mamajuana, tiene entre sus ingredientes bejuco de indicio, que de acuerdo con Peguero, tiene propiedades estimulantes y energéticas.

Utilizan naturaleza para construir

También, en los campos del interior de nuestor país todavía los higüeros son utilizados para elaborar vasos, tazones y envases. Los macutos, bolsas de fibra de guana o cana, aún se usan, pero son menos apreciados por la disponibilidad de sacos de plástico y papel. Canastas hechas de bejuco, palmas, cabuya, y otras fibras nativas, todavía se usan para envases, según se ha podido constatar.

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