Las personas no somos lo que hacemos. Ser y hacer son dos cosas distintas. El hacer, aunque unido al ser, es accesorio. Primero soy, después hago; todo cuanto hacemos equivale a “etiquetas”, seguimos siendo aún éstas sean eventualmente “desprendidas”. Pero nos identificamos unitarios con el hacer, al punto de creer ser lo que hacemos. En una existencia cambiante, esto es raíz de frustración, decepción y desesperanza. Auto concebirnos a partir de lo que hacemos fomenta negación de nuestro ser, infinitamente poderoso y creativo, el cual termina sólo al morir. Moldeados por la mentalidad “soy lo que hago”, si no podemos hacer cosas que hacemos (por ejemplo, perdemos el empleo o nos va mal en algo), sobreviene el sufrimiento. ¿Cómo evitarlo?

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