Ante un ambiente de pesares, pensar en el optimismo

Lo mejor con lo que cuenta nuestro país como ser humano se ha interesado por vivir en un medio social que haga posible el bienestar material y espiritual,

1.- Lo mejor con lo que cuenta nuestro país como ser humano se ha interesado por vivir en un medio social que haga posible el bienestar material y espiritual, pero lo que ha tenido es un ambiente cargado de desgracia, infortunio e infelicidad, y con el agravante de que a corto plazo no se vislumbra un cambio para quitarnos de encima un sistema que solo ha servido para traernos pesadumbre, desazón y penas.

2.- Analizar un ordenamiento económico y social con sentido crítico no es cuestión de simpatía o rechazo; que se vea cariñoso o repugnante, que genere gracia o desencanto. Por más apasionamiento o entusiasmo que se tenga con relación a un sistema social, si está fundamentado no hay forma de quitarle su naturaleza de injusto.

3.- El modelo económico bajo el cual hemos vivido los dominicanos y las dominicanas, aunque sus ideólogos se mantienen lanzándole toda clase de elogios, la realidad es que la censura debe ser su aliada más sincera, porque lo que motiva su existencia es reprochable a la vista de cualquier persona con sano juicio y libre de prejuicios.

4.- Solamente un imposibilitado de pensar con cabeza propia puede salir en defensa de lo absurdo, irracional e inadmisible. Lo que es la sociedad dominicana en su estructura socioeconómica nos enseña que no tiene razón de ser para la existencia digna del ser humano. En lugar de aplaudirla, solo merece oponerse a su vigencia y no ovacionarla.

5.- Es una ilusión; un desvarío; tremenda quimera; es un sueño profundo creer que tiene algo de humana la desigualdad de posibilidades a que condena al pueblo el sistema que padecemos. Basta con saber que el 9.5 por ciento de la población dominicana está subalimentado. Pero, además del hambre, el padecimiento no es solo por la pobreza, sino también por otras lacras que son verdaderos tormentos sociales.

6.- Es un deseo justificado querer vivir calmado, plácidamente, quieto, completamente reposado, sin nada de agitación. Pero una cosa es lo que el ser humano quiere, y otra la que le enseña la realidad; y nuestro pueblo está pasando por momentos de angustia, tormentos, amargura, en sí, un viacrucis por los asaltos a viviendas, empresas y bancos comerciales; el tráfico de armas, de personas y órganos; las operaciones de sicariato, narcotráfico, robos a mano armada y descuartizamientos, etc.

7.- Las causas generadoras de los hechos antes citados no pueden buscarse al margen de la sociedad enferma en que estamos viviendo, porque está afectada hoy hay que curarla, o dejarla que muera por sus propias contradicciones internas, que se revelarían insolubles desde el punto de vista político, económico y social.

8.- La sociedad dominicana de hoy descansa sobre un sistema que genera violencia por todas partes, sus instituciones responden a fines violentos, y el ordenamiento social está diseñado para imponer por medios violentos la voluntad de minorías y grupos retardatarios.

9.- La violencia en sus diferentes formas, la criminalidad en sus distintas modalidades, y la delincuencia común y la de cuello blanco, son fenómenos propios de países en los cuales las estructuras y mecanismos de expresión social y política ya no sirven para fines democráticos y de convivencia civilizada.

10.- La violencia expresada en criminalidad ensangrentada alarma, aterra, inquieta; lleva miedo y sobresaltos a lo mejor de la sociedad, a los hombres y mujeres de bien. Semejante situación obliga a las fuerzas motrices a ponerse en tensión para no sucumbir ante el crimen.

11.- Constituye un cretinismo y falta de seriedad cívica decir que la violencia criminal es un fenómeno de hoy. Lo que sí alarma es ahora es la nueva modalidad criminal ligada con el consumo y tráfico de estupefacientes, consecuencia de secuestros, atracos, descuartizamiento y torturas reflejadas en víctimas ligadas al bajo mundo del crimen con estampa internacional.

II.- Procurar medidas adecuadas

12.- Los fenómenos sociales no tienen solución con medidas represivas; por su propia naturaleza social, se precisan medidas de contenido económico, político y legal, en cuya implementación, necesariamente, el pueblo organiza sus instrumentos adecuados de lucha, además de una firme voluntad política dirigida desde las más altas instancias del Estado.

13.- Por tener la violencia y la criminalidad diferentes componentes, se deben aunar esfuerzos dirigidos a enfrentarlos colectivamente con posibilidades de éxitos, pues de lo contrario el país va a continuar viviendo en el estado de inquietud en que se encuentra hoy, que si es verdad que no estamos en un ambiente de alarma, si es cierto que inquieta y genera real preocupación.

14.- Ante la realidad actual, qué pueden hacer los hombres y mujeres de bien del país. Lo ideal fuera instaurar un ordenamiento social nuevo, diferente al que padecemos, pero por ahora esto es una simple aspiración, un deseo muy difícil de materializar, partiendo de las reglas del juego político excluyente. Para enfrentar la violencia, la delincuencia en sus diferentes vertientes, y la criminalidad, debemos de enfrentar estos fenómenos nocivos buscando mecanismos posibles.

15.- Conviene elaborar fórmulas para hacerle frente a la delincuencia común, hoy entrelazada con otra más compleja, con relaciones transnacionales de la criminalidad organizada, entre las que se destacan el narcotráfico, el lavado de activos, el tráfico de personas, los secuestros y el sicariato.

16.- Propiciar acciones para hacer efectivas medidas preventivas, correctivas y coercitivas de seguridad, en las cuales intervengan organizaciones comunitarias, de la sociedad civil y el gobierno central. Además, se deben tomar en consideración métodos aplicados en otros países con estructuras semejantes a las nuestras, y retener aquellos medios con los cuales se han alcanzado éxitos.

17.- Si partimos de que la criminalidad es un fenómeno con diferentes componentes de naturaleza socioeconómicos, hay que tomar decisiones en las cuales se enfrenten lacras sociales como la pobreza, el desempleo, las desigualdades sociales y, también acciones dirigidas a la familia en sentido general.

18.- Cualquier medida que se ponga en ejecución para enfrentar la delincuencia y la criminalidad, debe ser objeto de seguimiento por un organismo funcional que se constituya en una estructura que rinda cuentas de las acciones llevadas a cabo, de los logros, las fallas y la reorientación a tomar con la finalidad de enfrentar deficiencias, y enriquecer aquellos logros alcanzados. Si no se establece una correlación de trabajo entre autoridades y comunidades, no se obtendrá éxito alguno en la búsqueda de la seguridad ciudadana.

Reflexiones finales

19.- La preocupación presente en el pueblo por el desarrollo de la criminalidad es el resultado de las acciones delincuenciales llevadas a cabo en los últimos años por grupos sociales que, impulsados por distintos motivos, han ejecutado crímenes de facturas anteriormente extrañas en nuestro medio social, fruto de la presencia del crimen organizado que ha hecho acto de presencia con su ligazón con grupos civiles politiqueros, policiales y militares.

20.- No escapa a nuestro conocimiento que el desconcierto de que somos testigos en la actualidad, es la consecuencia directa de una sociedad preñada de disgustos acumulados, insatisfacción popular por enconos, amarguras y rabias. La armonía, la concordia se hace difícil donde predomina la desigualdad social y de oportunidades.

21.- La seguridad no puede ser la obra exclusiva de las autoridades policiales; se precisa también del concurso de hombres y mujeres del pueblo con sentido de responsabilidad cívica. Las organizaciones barriales en conjunto deben convertirse en instrumentos vigilantes y de denuncias contra las actividades ilícitas. Las redes sociales constituyen un gran soporte de las autoridades que estén dispuestas a hacerle frente a la delincuencia.

22.- Sin importar el lugar de su nacimiento, origen social o identificación ideológica, el ser humano aspira a vivir en un ambiente en el cual tenga la posibilidad de satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. A las dificultades nadie se adapta voluntariamente; el entorpecimiento de la existencia no es nada agradable, porque lo ideal es poder desarrollarse como persona teniendo a su alcance todo aquello que es fruto del trabajo material o intelectual. Al desasosiego, al desvelo y a la molestia nadie se acostumbra.

23.- Lo dañoso no está para ser aceptado por ningún ciudadano formado para compartir en una sociedad en la cual el correcto proceder sea norma de conducta de la mayoría de los miembros que la componen. Lo que lesiona vivamente los nobles sentimientos de hombres y mujeres que ajustan sus actos a sólidos principios éticos y morales, no debe ser tolerado por aquellos que desean moverse en un medio dominado por reglas de vivir decoroso.

24.- Una sociedad humana compuesta por mujeres y hombres de bien; que creen en el desarrollo de su país basado en el trabajo creador, bajo ningún concepto puede comportarse en estado de resignación ante el crimen de cualquier naturaleza. La perseverancia se debe imponer para vencer a los antisociales de arriba y de abajo, hay que demostrar disconformidad ante los que no aceptan vivir decentemente; la claudicación no cuadra ante las lacras. Hay que ser inflexible frente a quienes procuran imponer sus designios.

25.- Lo que en verdad se llama pueblo dominicano está obligado a mantener la nobleza que históricamente le ha caracterizado. Pero esa cualidad que nos enaltece como comunidad de mujeres y hombres sensibles, jamás podemos reducirla aceptando a los cobardes, abyectos, roñosos y sinvergüenza. La pulcritud cívica ha de estar reservada para compartirla personas con decoro y miramiento, así como probada de pureza de convivencia.

26.- No cabe ninguna duda de que en la coyuntura actual que vive nuestro país es una realidad viva la delincuencia en sus distintas modalidades, como también es una verdad irrefutable que los infractores de la ley se creen con derecho a violarla impunemente. El ofensivo, el antisocial se considera intocable, como sin riesgo alguno para delinquir. Sin darnos cuenta nos arropa el crimen; el atentado se ha hecho común; la alevosía nos desafía; las fechorías acechan; la agresión se siente y crea pánico. Semejante cuadro sombrío no se lo merece ningún país civilizado.

27.- Cada dominicano que en verdad quiere lo mejor para su país, debe formarse la idea de que es un compromiso cívico suyo no abandonar el mundo de los vivos dejando la situación económica, política y social en el estado de pesadumbre que se encuentra. Los padecimientos, las penas y los lamentos no deben quedar como herencia de una generación que, en su gran mayoría, se ha preocupado para que entre nosotros predomine la alegría, la permanente animación y el optimismo.

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