Tengo mis afectos. Cuando amo lo hago de una forma que quizás pocos tienen el privilegio de poder hacerlo.

Cuando me entrego a algo o alguien lo hago de manera total, sin reservas, a pesar de mi carácter, de mi manera directa de decir las cosas, de esa forma de dejar muy claro cuando algo o el proceder de alguien no es de mi agrado.

A pesar de que nunca he realizado el menor esfuerzo por fingir en nada, es más, puedo decir con toda franqueza que jamás he tenido la necesidad de disimular nada, de hacer creer lo que no siento, o suavizar los términos para no lastimar.

Es que desde muy niña aprendí que es mejor herir y ser heridos con la verdad, a ser profunda e irreparablemente lastimados y burlados con una mentira.

Muy a pesar de mí y de mis posiciones, casi siempre radicales, sé que como humanos, muchas veces nos vemos empujados a hacer y decir, a herir y a ofender. Sé que algunos somos más impulsivos de lo debido.

Sé, porque me ha ocurrido, que en muchas ocasiones la rabia y el dolor nos llevan a cometer errores de los que nos arrepentimos casi al mismo tiempo de cometerlos, pero que por su gravedad no dejan espacio para otra cosa, más que para asumir sus consecuencias.

Desconocer las implicaciones propias de la condición humana es negarse a sí mismo. Es colocarse en un plano existencial irreal.

Cuando alguien con sus acciones nos causa dolor y le tiene sin cuidado la herida que nos infligió, es comprensible que reaccionemos, que queramos causar un dolor tan grande como el que nos causaron.

Quizás por orgullo, más que por cuestión de justicia.
Sin embargo, este empeño nos convierte en esclavos de un despropósito, que al final nos debilita y fortalece a quien nos ha dañado. Con ello, nos convertimos en los principales verdugos de nuestra alma, aniquilando nuestros mejores sentimientos y desperdiciamos un precioso tiempo que nunca más regresará.

A mí, nada humano me es ajeno. No me siento exenta de nada. Puedo herir y ser muy lastimada, creo en el arrepentimiento de otros, porque si algún día pido perdón lo hago sinceramente.

Yo perdono. Lo perdono todo, pero nunca olvido, por eso, quien me lastima, difícilmente lo pueda volver a hacer.

Posted in Mi Tiempo

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas