The Remains Of The Day

Es la historia de un ser humano cuyo único objetivo de vida es ser sirviente de otro que le paga, y así se niega a sí mismo cualquier otra actividad de vida.

Es la historia de un ser humano cuyo único objetivo de vida es ser sirviente de otro que le paga, y así se niega a sí mismo cualquier otra actividad de vida. Es una excelente parábola que define el concepto servilismo: tendencia exagerada a servir o satisfacer ciegamente a una autoridad. Karl Marx censuraba el servilismo –“esa personalidad típica de quien asume deliberada y gozosamente su destino de criado, que se humilla y arrastra ante el poder, que carece de autoestima, orgullo y dignidad. El ser servil deambula desorientado por su vida buscando siempre cómo agradar al amo, cómo lograr su palmadita paternalista, qué hacer para que el amo le premie con dinero o con un favor, un ascenso o una mención y distinción públicas ante los demás serviles que reptan junto a él y que también hacen lo imposible por destacar. Pero a diferencia de los caninos, el servil tiene la desgracia de ser humano, y la humanidad es irreconciliable con el servilismo por lo que el ser servil está internamente podrido por una angustia que nunca puede ser suavizada ni siquiera con la cobardía permanente que le caracteriza. El perro al menos muerde, el servil, LAME. Alguno puede hacer un gesto tenue de queja y hasta de protesta, apenas un gruñido, pero de inmediato se postra ante el poder al que sirve. Existe un abismo insalvable entre el ser servil y el ser humano, diferencia que se plasma en miles de prácticas cotidianas, matices aparentemente insustanciales pero que muestran lo irreconciliable, por ejemplo, el ser humano está en la cárcel por razones políticas y el servil es carcelero por razones egoístas–”. La línea que separa lo que es ser servil de lo que es ser servicial es un pelo de ángel. Vemos a Stevens (Anthony Hopkins), un perfecto mayordomo al servicio de un millonario americano (Cristopher Reeve) que es el nuevo propietario de Darlington Hall, mansión en la que su dueño, un aristócrata británico, reunía a los personajes más influyentes de los años 30, una época crucial para el futuro de Europa. Esta circunstancia permitió a Stevens ser testigo de conversaciones sobre los hechos políticos más importantes del momento. Al mismo tiempo, su rutinaria vida personal sufría un inesperado cambio con la llegada de la señorita Kenton, la nueva ama de llaves (Emma Thomson). Pero no es la única historia, en verdad se cruza con otras dos que nos sugieren situaciones emocionales patéticas que nos remiten a esa precisa enunciación de Marx. Un filme imperdible o para rever que se exhibe en Netflix.

HHHHHGénero: drama. Duración: 134 minutos

Posted in Crítica Cine

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