La selección brasileña más práctica, la que aprovecha sus ocasiones mientras resguarda su arco, se adjudicó ayer la Copa América con una victoria por 3-1 ante un digno conjunto peruano que tras alcanzar su primera final en 44 años, perdió víctima de errores individuales.

Con buenos jugadores, pero sin estrellas, Brasil ha llegado donde donde quería. Vuelve a sentirse campeón y se ve capaz de recuperar la atención de una afición que, salvo en los estadios donde jugó, ha mirado de soslayo a la Canarinha, cansada de decepciones.

Con Tite en el banco y sin Neymar en el campo, el ‘jogo bonito’ es un recuerdo de románticos. Casemiro es su jugador emblema -con él en el campo nunca ha perdido Tite- y el sentido colectivo se impone a la ‘ginga’.

Errores de Perú

Un poco de Coutinho, demasiado intermitente, algún gesto de Gabriel Jesus y las carreras de Everton ‘Cebolinha’, convertido en el héroe de la afición, son todas las alegrías que se permite esta Canarinha. Perú, al contrario, aún cree en la posesión y, por eso, en el Maracaná, en su primera final en casi medio siglo, salió a buscar al rival y jugó durante el primer cuarto de hora en campo contrario.

Una desatención defensiva de Luis Advíncula le dio el primer gol a los anfitriones al cuarto de hora, -al aprovechar Everton un pase de Gabriel Jesus-, y un resbalón de Carlos Zambrano, en el tercer minuto añadido, deshizo el empate que creía tener en su poder antes del descanso. Esta es la novena Copa América para Brasil.

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