Las noticias surgidas este fin de semana alrededor del sector Salud Pública fueron de categorías malas y buenas o al menos regulares. Pero sin un balance definido hacia cuál bando.

De un lado, el director ejecutivo del Consejo Nacional para el VIH y SIDA, doctor Víctor Manuel Terrero, confirmó que más del 48 por ciento de nacimientos de niños haitianos en el hospital Arturo Grullón, de Santiago, tiene VIH. Esa es la parte penosa, mala y muy preocupante a la vez por el hallazgo que revela el galeno cuando afirma que los nuevos casos del virus que están en existencia en la República Dominicana son de nacionales haitianos.

Por el elevado porcentaje de parturientas haitianas que acuden a los hospitales públicos, como el Arturo Grullón de Santiago, la alta proporción de nacimientos contagiados con VIH complica y dificulta las acciones que se realizan en el país para el control de la enfermedad. Es un obstáculo a salvar y un reto para las autoridades dominicanas de Salud. De entrada, están obligadas a realizar una investigación para contrastar las cifras.

El qué hacer posteriormente es quizás la parte más difícil. Definitivamente, para el país es inevitable el tema del gasto en salud por atenciones a ciudadanos haitianos en los hospitales públicos, especialmente a parturientas que llegan por decenas a las salas de maternidad.

El enfoque positivo de las noticias del fin de semana está dado por la información ofrecida por el Servicio Nacional de Salud (SNS) de que en los primeros cinco meses del año en curso se produjo una reducción en los indicadores de mortalidad neonatal (29%) y materna (7%) en los centros de la Red de Salud Pública. La comparación fue en base al comportamiento de igual periodo del 2018.

Las reducciones quizás no fueron en los niveles deseados. Hubo 303 muertes de neonatos menos y ocho de fallecimientos maternos. Pudieron ser mayores. Pero lo importante en este caso es que marcan una tendencia hacia la disminución. Y para bajar esos nefastos indicadores lo primero que debe darse es una reducción paulatina y consistente.

Para las autoridades de Salud Pública el dato debe servir como un llamado a no desmayar, a mantener los esfuerzos, para reducir las muertes de neonatos y de madres. No pueden bajar la guardia.

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