Reforma y sociedad

La sociedad atraviesa nueva vez una coyuntura en la cual un movimiento para reformar la Constitución de la República sobre la reelección presidencial plantea un conflicto que envuelve a variados sectores.

La sociedad atraviesa nueva vez una coyuntura en la cual un movimiento para reformar la Constitución de la República sobre la reelección presidencial plantea un conflicto que envuelve a variados sectores.

En la última reforma constitucional de 2015 para posibilitar la reelección del presidente Danilo Medina se trató de una confrontación al interior del partido gobernante, que fue solventada mediante un acuerdo y una baja resistencia de la oposición.

Ahora presenta otra característica y un importante nivel de involucramiento de otros sectores, e incluso de actores sociales, que expresan una posición, predominantemente de rechazo.

Al interior del partido oficial se libra una tenaz lucha entre favorecedores y contrarios a la reforma, y por momento se habla de una fragmentación.

Pero el tema de la reforma ha ido más allá, y en el caso del opositor Partido Revolucionario Moderno (PRM) se ha endurecido una posición de rechazo a cualquier proyecto de reforma a la Carta Magna. Y si bien es la posición formal, se habla de la posibilidad de que algunos diputados migren hacia una posición reeleccionista.

En 2015 la izquierda prácticamente se sustrajo del debate y lo dejó como una cuestión del oficialismo, pero ahora la representación en el Congreso adelantó su firme rechazo a habilitar al presidente Danilo Medina.

En el sector social y en la sociedad civil también no han faltado pronunciamientos contra la reforma y grupos diversos se manifiestan frente al Congreso Nacional.

El debate no ha estado ausente de acusaciones de supuestas ofertas para para “ablandar” a algunos legisladores, lo que se asume como una indecencia. Se critica que se varíe de posición a cambio de prebendas, lo que constituiría un daño a la imagen del Congreso, ya que conllevaría una transgresión a la ética política, ya tenida a nada, pero que aún se entiende como parte del deber ser.

En fin, que la posibilidad de una reforma tiene en tensión a las fuerzas políticas y sociales, pues se proyecta como una iniciativa que de una u otra forma impacta la institucionalidad.

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