Él no va, me la juego…

El 20 de enero de 2017, 7 meses después de Danilo reelegirse, un mes después de que se destapara la descomunal estafa Odebrecht y 2 días antes de la primera Marcha Verde que sacudió la conciencia nacional, escribí:

El 20 de enero de 2017, 7 meses después de Danilo reelegirse, un mes después de que se destapara la descomunal estafa Odebrecht y 2 días antes de la primera Marcha Verde que sacudió la conciencia nacional, escribí:

“Por de pronto, no es aventurada la hipótesis de que un primer daño colateral del tema Odebrecht, sea cual sea el derrotero que siga, es que cierra espacio a la aspiración de sectores del PLD de aventurarse a una nueva reforma constitucional para que el presidente Medina aspire a reelegirse, otra vez”.

Aunque el Procurador no lo citó ni investigó en sus ya tristemente célebres indagatorias el imaginario popular asumía que el jefe del Ejecutivo no estuvo al margen del escándalo, sobre todo cuando un alto dirigente de su partido testimonió que en sus campañas de 2012 y 2016 se usó el dinero sucio de los plomeros de Odebrecht.

Posicionado que la reforma se hizo como un negocio “de compra y venta de votos”, y que se arrodilló al ex presidente Leonel Fernández, obligándolo a negociar su apoyo a la reforma que horas antes había rechazado.

Demostrando la oposición y la sociedad civil que la campaña continuista de 2016 fue la más abusiva y desigual jamás hecha, por el abuso de los recursos del estado y porque el árbitro, la JCE de Roberto Rosario, estuvo parcializada en favor del presidente candidato, burlando el mandato constitucional de elecciones libres, justas y transparentes.

La internalización en la psiquis popular de esos hechos produjo un rechazo gradual en contra de Medina, y del 62% que le asignó la JCE en mayo 2016, ya en enero de 2017 apenas contaba con un 51% de favorabilidad, según Gallup-Hoy en abril estaba en desventaja 20.8 a 16.8, ante Luis Abinader, pero hoy, 2 meses después, la ventaja de Luis es de más de 15 puntos porcentuales, conforme encuestas confiables.

La caída de Danilo es fruto del sucio negocio que fue la reforma de 2015, los abusos de la campaña de la reelección de 2016, pero también del descalabro generalizado de servicios públicos como seguridad ciudadana, educación y salud pública de calidad, seguridad social, apagones, falta de agua y aseo público, entre otros.

Todas esas deficiencias se acumulan mientras desborda el endeudamiento público al extremo de que hoy el gobierno paga más de intereses de deuda que por inversiones de capital… y hasta el Presupuesto se ejecuta en base a préstamos en más de un 30%.

Llevo dicho que para lograr la repostulación, Danilo tenía que i) imponerla en su partido sin que se dividiera; ii) imponerla en el Congreso; y iii) imponerla a la sociedad que la rechaza en un 70%.

Cada día que pasa Danilo tiene que multiplicar por más el esfuerzo, lograr la magia de virar un modelo que crece y no reparte y convencer a la gente que en el año que le queda de gobierno podrá hacer lo que no ha hecho en 8.

En beneficio de él debe decirse que nunca ha dicho que va, que la reelección es más bien cosa mediática, pero ante las situaciones descritas, yo me la juego: Él no va.

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