La biblia en las escuelas

Esta sociedad dominicana permisiva ante tantas inconductas se torna excesivamente conservadora sobre cuestiones ..

Esta sociedad dominicana permisiva ante tantas inconductas se torna excesivamente conservadora sobre cuestiones que hemos debido superar desde el siglo pasado: El peso de la formación religiosa en el currículum escolar.

En ese ánimo se llega al extremo de aprobar una resolución que ordena leer la Biblia en las escuelas, que es el documento fundamental del cristianismo, ignorándose que el Estado dominicano es laico, pero al mismo tiempo acoge a todos sus ciudadanos sin considerar su denominación religiosa.

Y se pretende arrinconar al ministerio de Educación porque ha sostenido que no se puede imponer a los alumnos una determinada religión, porque atenta contra la libertad de cultos.

Por ese camino sólo se llega al fanatismo y a la satanización de todo lo que implique disenso frente a una cuestión a todas luces irracional.

Ocurre porque los políticos han considerado un nicho electoral las diferentes denominaciones religiosas, cada vez con más presencia en el país, y desde una visión oportunista congraciarse con ellas.
No parece sensato.

Otra cuestión fuese si el ministerio de Educación en los programas de estudio considere el papel de las religiones en la historia o que se conozcan las diferentes expresiones de la religiosidad tradicional o popular.

Lo que no debe aceptarse es que un grupo de legisladores más interesados en los votos de los cristianos que en su misma fe, pretendan imponer una cuestión que forma parte de libre albedrío o de íntima convicción.

Es la libertad de cultos que tienen los ciudadanos y que precisamente garantiza la Constitución de la República en su artículo 45, que reza: “El Estado garantiza la libertad de conciencia y de cultos, con sujeción al orden público y respeto a las buenas costumbres”.

Lo peor de todo es que quienes sustentan puntos de vistas divergentes de los que se desea imponer, son etiquetados, en clara muestra de intolerancia.

La República Dominicana acoge todas las denominaciones religiosas y eso es suficiente. Igual, las iglesias, organizaciones y comunidades religiosas impulsan magníficos programas educativos, con énfasis muy marcado en la formación cristiana.

Dejémonos de pretender imponer unos extremismos que ni siquiera forman parte de la cultura occidental.

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