(Primera parte)

En los trabajos presentados al doctor Heriberto Pieter, en 1943 en la asignatura Historia de la Medicina, figura este trabajo del entonces bachiller Romero Beltré, sobre el médico venezolano Carlos Arvelo, que reproducimos fiel al texto original, por ser de interés.

Nació el doctor don Carlos Agustín Arvelo Echeandía, en la ciudad de Caracas, capital de los entonces Estados Unidos de Venezuela, el día 22 de septiembre del año 1826; del matrimonio del doctor don Carlos Arvelo y Guebara y doña Manuela Echeandía y Frías, familia distinguida y honrada. Su padre gozaba de un gran prestigio social y de inmejorable reputación médica. Recibió desde muy joven una educación esmerada y enseñanza metódica en los mejores colegios de la ciudad; ya desde pequeño se le notaba su inclinación a la ciencia de la medicina heredada de su padre.
Cursó estudios en la ilustre Universidad Central de Caracas, donde recibió el título de bachiller en Filosofía, el día 23 de septiembre del año 1842, siendo Rector el Presb. José Alberto Espinosa y a la vez su maestro en Filosofía. Siguió sus estudios sin sosiego y guiado por hombres de espíritu y virtuosos, como eran los de aquella época; y así se inició en la ciencia de Hipócrates.- Después de seis años de consagración y duros esfuerzos, en 1848, recibió, en la Universidad Central de Venezuela, el título de Doctor en Medicina y Patología Médica.

Trabajó en ejercicio de su profesión en la capital, hasta que por disposición del gobierno de Venezuela se le designó como Ministro Plenipotenciario a las Cortes de Madrid y Roma el día 7 de Mayo de 1852.

Durante su permanencia en esos países y en el curso de ese mismo año, en Italia, visitó la Universidad de Torino, donde fue presentado al Rector y al profesorado. Al año siguiente 1853-54 hizo un viaje a París e inscribiose en la Universidad de París en la Facultad de Medicina, para hacer un curso de Medicina Operatoria cuyo profesor era el doctor Verneuil, Agregado de la Facultad.- Además trabajó en el Hospital de la Caridad Administración de la Asistencia Pública”, al lado del eminente cirujano Volpea” y en Vías Urinarias con Augusto Nelaton y Caudemont.- En la Sala de Vendajes y aparato de fracturas, luxaciones, cirugía menor y cirugía dentaria con el médico cirujano Desgrange durante el año 1855.

Por la labor rendida en esos hospitales y por la ayuda que prestó a esos famosos médicos, recibió certificados que le acreditaron ser un hombre de vastísimos conocimientos científicos.- Después de terminados sus estudios regresó a su ciudad natal, Caracas, para servirle a su patria como médico.

Nombrado el 10 de junio de 1878 Ministro Interino de Relaciones Interiores, cargo que desempeñó con seriedad y honradez; hasta que por disposición del Presidente de aquella época Don Eduardo Blando, se le designó Rector en la Universidad Central de Venezuela, habiendo sido anteriormente Vice-Rector.

Hizo gran amistad por correspondencia en Santo Domingo con Don Fernando Arturo de Meriño; entusiasmado por la descripción que le hacía y cómo era este pueblo, decidió hacer un viaje a los Estados Unidos de Norte América y de paso visitar nuestro país.
Desembarcó en Santo Domingo el doctor Arvelo, hombre de gran prestigio y renombre, tenía un carácter bondadoso, era afable, desinteresado y de una cultura vastísima.- Ya a los pocos meses tenía amistad con las personas más importantes de esa época, por sus dotes de orador y erudición extensa; tuvo que hacer uso de la palabra unas cuantas veces en público.

El Periódico “La Crónica” de Francisco Xavier Billini, de enero 13 de 1882, hace crítica felicitando al doctor don Carlos Arvelo por su grandilocuente discurso pronunciado en el colegio “El Salvador” y publicado en el periódico “El Progreso”; habla de hombre de vasta erudición, espíritu de justicia y de verdad, aspiraciones civilizadoras y generosos son los engarces que forman esa joya científica literaria.

El periódico “El Eco” reproduce el discurso del Doctor Arvelo, en suplemento al citado Periódico no. 136, dice que obras de esa naturaleza se deben propagar y proporcionarle su lectura al pueblo para que lea y medite que en dicho discurso no hay palabra hueca ni huera.

Por esa publicación y otras más en los periódicos más importantes del siglo pasado, se puede apreciar cómo fue adquiriendo la confianza y admiración en este pueblo por las personas más talentosas que figuraban.

El Presidente de la República, Gral. Ulises Heureaux, por “Ley de estudios profesionales”, en fecha 7 de Julio de 1882, regulariza el Instituto en todo lo concerniente a su funcionamiento y organización, y decreta por elección al dr. don Carlos Arvelo Catedrático de la Facultad de Medicina.

El 15 de Septiembre de 1883 murió

doña Ramona G. de Arvelo, esposa del dr. Carlos Arvelo.
Estuvo varios años ejerciendo la profesión de una manera desinteresada y científica y siempre fue llamado a consulta con sus colegas por ser un gran clínico. En su recetario tenía una fórmula que se hizo famosa que se llamaba “Jalea Quinopéptica”. Tenía a su cargo la clase de Patología en la Universidad de Santo Domingo, y además trabajó en el Hospital Militar y el de Beneficencia hoy llamado Hospital Padre Billini, donde iba a dictar sus conferencias médicas. Llegó a ser Vice-Rector del Instituto Profesional, cargo que desempeñó hasta su muerte.

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