El Centro Juan XXII afirmó este martes que un cambio a la Constitución implica una burla a la voluntad popular del pueblo dominicano mediante el disimulo y la mala fe de aquellos que la proclamaron y juraron cumplirla y hacerla cumplir.

“Así como los pactos hay que observarlos y sería un acto inaceptable de inmoralidad firmar un contrato o un acuerdo con el disimulado propósito de violarlo y no cumplirlo, del mismo modo ningún ciudadano debe aceptar y asumir como bueno y válido que los mismos constituyentes de distintas bancadas y tendencias partidarias que libremente proclamaron el último contrato constitucional, al igual que los funcionarios que lo asumieron y juraron por ese acuerdo nacional, a los pocos días aparezcan fingiendo, consintiendo o queriendo modificarlo a conveniencia”, afirma.

La entidad aclara que no es que no se pueda rectificar o aceptar que las realidades sociales cambian y con ellas nosotros sino que, aprobar un texto constitucional para raudos y veloces iniciar los aprestos para reformarlo a conveniencia de ellos mismos, evidencia que se ha jurado en vano y con aviesas intenciones.

Sin embargo, según el Centro Juan XXII, un nuevo cambio constitucional que solo versa alrededor del tema de la repostulación del Ejecutivo no debe llamar a engaño. Ni siquiera, si pretende cobijarse en la larga tradición presidencialista dominicana inaugurada desde tiempos de Pedro Santana o disimular el fariseísmo político “ocultándolo en el formalismo leguleyo que solo procura obtener el número requerido de votos para modificar la Carta Magna, a expensas de la indispensable legitimidad democrática que se deriva de hacer lo que se dice y no de jurar una cosa mientras se conspira y disimula lo que hacen desde un inicio con el texto constitucional de 2015”.

En ese contexto, el Centro Juan XXIII concluye que no existe ningún fundamento político, económico, filosófico o ético que justifique reformar por segunda vez consecutiva la Constitución de la Republica con el único propósito de siempre, acomodarla a intereses particulares.

“Tal pretensión evidencia el perjurio que se sigue de jurar en vano por Dios, por la Patria y por el respectivo honor de parte de aquellos que lo hacen sin temor cuantas veces ponen en entredicho su obligación de cumplir y hacer cumplir el orden constitucional presto a ser desconocido y burlado otra vez”, destaca.

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