Esta gran área verde fue creada, entre otras cosas, para promover una conservación ambiental integral

A pesar de los esfuerzos por mantener la delimitación del Cinturón Verde de Santo Domingo, la construcción de residenciales y casuchas, el vertido de residuos sólidos y la deforestación, aún se mantienen como los principales desafíos para la estabilidad de este gran pulmón que procura regular el uso de la tierra en el entorno urbano.

Esta reserva ecológica capitalina fue establecida a través del Decreto No. 183-93 el 24 de junio de 1993. Desde entonces, las luchas encabezadas por ambientalistas, planificadores y urbanistas para resguardar la zona han sido varias. Sin embargo, el estado actual de gran parte de esta superficie evidencia que no han sido suficientes.

La creación del Cinturón Verde de Santo Domingo, de acuerdo con el Decreto, obedece, principalmente, a la necesidad de regular el crecimiento horizontal de la Ciudad y la expansión de los asentamientos en su periferia, para asegurar la protección y mejoramiento de los recursos y valores naturales, con miras a garantizar la calidad del ambiente.

No obstante, este patrimonio verde, cuya extensión en la actualidad ha sido disminuida, ha perdido esa capacidad para cumplir esas funciones para las cuales fue creada, entre las cuales también está resguardar los espacios que funcionen como pulmones verdes o reservas ecológicas para sanear el ambiente y proteger los ríos y múltiples fuentes de agua.

Según apunta el arquitecto Rafael Tomás Hernández Ramos, quien fue presidente de la extinta Comisión Nacional de Asuntos Urbanos (CONAU) –entidad que manejaba el Cinturón–, otra de las motivaciones para la creación del espacio también estuvo encaminada hacia el mantenimiento de un banco genético de las principales especies forestales y la conservación de los ecosistemas fluviales, y lacustres de la zona.

Hernández Ramos, quien diseñó el Parque Mirador del Norte, el recinto ajardinado que está en el centro del Cinturón, lamenta que “a lo largo de los años se ha ido deteriorando la esencia para la cual fue creada. El Cinturón debe ser protegido para que se mantenga un balance entre zonas verdes y asentamientos urbanos”.

El ambientalista Domingo Abreu Collado asegura que “las empresas constructoras se han aprovechado del espacio de suelo, provocando contaminación y el desvío de acuíferos y corrientes subterráneas. Estos problemas están afectando el equilibrio ambiental, sobre todo porque gran parte de las afectaciones son de desechos sólidos”.

Para Abreu Collado, el desequilibrio que ocasiona una población que crece continuamente superando las expectativas es uno de los factores que ha perpetuado la degradación del Cinturón. “Aunque en varias ocasiones se ha intentado delimitar la zona, para salvar el Cinturón, se sigue levantando residenciales y asentamientos humanos que afectan el área protegida, especialmente a los ríos”.

Este único vínculo de interconexión natural entre los distintos municipios del Gran Santo Domingo, establece también la conectividad entre dos grandes cuencas hidrográficas: los ríos Ozama e Isabela. Aunque igualmente lo compone el río Haina, en San Cristóbal.

Hoy los ríos de Santo Domingo son aguas contaminadas y llenas de residuos, una situación insostenible para la salud del ecosistema y de la población urbana, que en muchos casos es la misma causante de esa situación, fustiga Hernández Ramos.

De acuerdo con el también ambientalista Luis Carvajal, los humedales del Ozama, la zona cercana a Engombe, así como el entorno de Los Tres Ojos, son algunas de las zonas del Cinturón más afectadas.

“Las autoridades en estos territorios no tienen claridad de la importancia de esas áreas, así que el problema ahora es el de la poca consciencia de las autoridades que están obligadas a resguardar el Cinturón, que ha sido vulnerado con la construcción de varias obras desde hace varios años”, expresa.

Señala que “los espacios verdes no son un lujo, sino una necesidad más que estructural para toda la ciudad, porque la ciudad que no lo tiene, colapsa debido a los niveles de contaminación, se termina convirtiendo en una isla de calor”.

“Esto trae como consecuencia poco espacio para la biodiversidad -manifiesta-, lo que deteriora radicalmente la calidad de vida. Es justo hacia ese destino que nos estamos dirigiendo”.

El Cinturón consta de las zonas ambientales del Arroyo Guzmán, el Arroyo Manzano, los humedales del río Ozama, el Arroyo Cachón, entre otros.

Este gran pulmón se ha reducido.

Control
Es manejado por la Dirección General de Ordenamiento y Desarrollo Territorial del Ministerio de Economía.

Espacio
En sus inicios, el Cinturón Verde tenía 154 kilómetros cuadrados, superficie que se ha visto reducida.

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