Según los especialistas, durante la niñez se deben establecer normas y tener una buena comunicación con los hijos.
Según los especialistas, durante la niñez se deben establecer normas y tener una buena comunicación con los hijos.

La adolescencia es la etapa más temida por los padres, pero hay algunas claves que ayudan a sobrellevar o sobrevivir a esta y otras épocas de los hijos

Ser madre es una tarea ingente. A algunas mujeres les resulta más fácil y a otras complicadísimo. Según la psicóloga Silvia Álava, cuando los hijos llegan a la adolescencia se produce un salto muy importante. El hijo deja de ser un niño y es consciente de ello, siente que ya es mayor y lo dice: “No te necesito, no quiero que estés tan metido en mi vida”.

En ocasiones, los adolescentes también tienden a provocar a sus padres con un tono alto, y “aquí es muy importante que los padres utilicen técnicas de “pasar” o darse media vuelta”.

O decirles “en ese tono yo no hablo contigo y cuando estés dispuesto a hablar en uno más cordial o cortés, por supuesto que lo hablamos”.

Con los adolescentes, defiende la psicóloga Álava, hay que seguir hablando y mucho.

Asegura que es fundamental elegir el momento en el que vemos que están receptivos, porque a veces lo que hacemos es escoger el momento en el que al adulto le viene bien y ese momento no tiene nada que ver con el del adolescente.

La edad de comienzo de la adolescencia se sitúa entre los 12/ 13 años, es cuando evolutivamente hablando empiezan los cambios en el cuerpo con la pubertad.

“Pero sabemos que el cerebro no termina de madurar hasta los 25 años, entonces hay que ver hasta donde llega la adolescencia”, dice.

Añade que, “nuestras emociones no maduran hasta esa edad, pero no se puede decir que hasta los 25 años se siga siendo adolescente”.

Modelos educativos

Existen cuatro modelos educativos: permisivo, autoritario, negligente y democrático.

Permisivo

“Cuando la madre juega el papel de amiga, el adolescente va buscando a veces provocar más de la cuenta para encontrar esa madre. Hay que pensar que madre no hay más que una y es algo genial. Eso sí, ejercer de madre implica que hay que ser un poco pesada”, manifiesta la psicóloga.

Autoritario

La norma y el límite están muy claros y marcados. “En este estilo, los padres no están abiertos al diálogo, a conversar sobre cómo nos sentimos, y cuando llega la adolescencia se produce un efecto rebote que lleva a al hijo a querer saltarse todas las normas impuestas”, apunta.

Negligente

No se atienden las necesidades emocionales, físicas y educativas de los hijos y cuando llega la adolescencia “pueden surgir bastantes problemas, porque los apegos que se han establecido no son sanos en absoluto”.

Democrático

Este último modelo es el aconsejado. Las normas y límites están claros, consensuados y pactados, con límites nítidos, pero “abiertos al diálogo y al afecto”.

Aún así el adolescente intentará saltarse el límite, y decirle a la madre que es una pesada, asegura la especialista.

Para hablar de las emociones en familia,incide Álava, hay que hacerlo desde que son pequeños. “Lo que no se puede pretender es empezar a hablar de emociones con los hijos solo cuando éstos llegan a la adolescencia”.

El mundo del adolescente se amplía y la familia pasa a un segundo lugar. Lo prioritario son sus amigos, que es con los que hablan de sus cosas.

Para la psicóloga si no se ha generado un espacio en el que hablar sobre emociones y/o preocupaciones a lo largo de la niñez intentar hacerlo en la adolescencia “es un poco utópico”.“Pero si se ha trabajado bien el apego en la infancia cuando tienen un problema saben que pueden seguir acudiendo a sus padres”.

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