El papa Francisco a los jóvenes

Quería entregar una síntesis de la Exhortación: “Toca lo que toca se hace joven” del Papa Francisco. Me encontré con el trabajo difundido por la Agencia ZENIT, de Rosa Die Alcolea

¡Cristo vive y te quiere vivo!
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Quería entregar una síntesis de la Exhortación: “Toca lo que toca se hace joven” del Papa Francisco. Me encontré con el trabajo difundido por la Agencia ZENIT, de Rosa Die Alcolea. Me dije: Está muy bueno. ¿Para qué inventar otra cosa? Se lo propongo, pues, en varias entregas. He aquí la segunda y última:
¡Él vive!

La tercera verdad es que “¡Él vive!”, lo cual es una garantía de que el bien puede entrar en nuestras vidas…”. Entonces podemos dejar de quejarnos y mirar hacia adelante, porque con Él siempre podemos mirar hacia adelante” (127), revela el Papa.

Vivir el presente

Francisco invita a los jóvenes en el 5º capítulo, llamado Los caminos de la juventud, a “no observar la vida desde el balcón”, a no pasar la vida frente a una pantalla, a no ser reducidos a vehículos abandonados y a no mirar al mundo como turistas: “¡Deja que te escuchen! Aleja los miedos que te paralizan… ¡vive!” (143).

Así, el Papa los invita a “vivir el presente” disfrutando con gratitud de cada pequeño don de la vida sin “ser insaciables” y “obsesionados con los placeres sin límite”. (146). En efecto, vivir el presente “no significa lanzarse a una disolución irresponsable que nos deja vacíos e insatisfechos” (147).

Ideologías que destruyen

En el capítulo sexto “Jóvenes con raíces”, Francisco dice que le duele “ver que algunos proponen a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo empezara ahora” (179). Si alguien “te hace una propuesta y te dice que ignores la historia, que no atesores la experiencia de los ancianos, que desprecies todo lo que ha pasado y que mires sólo hacia el futuro que te ofrece, ¿no es ésta una forma fácil de atraerte con su propuesta de hacerte hacer solo lo que él te dice? Esa persona necesita que estés vacío, desarraigado, desconfiado de todo, para que puedas confiar sólo en sus promesas y someterte a sus planes. Así funcionan las ideologías de colores diferentes, que destruyen (o de-construyen) todo lo que es diferente y de esta manera pueden dominar sin oposición” (181).

“Queridos jóvenes, no dejen que usen su juventud para fomentar una vida superficial, que confunde la belleza con la apariencia” (183), aconseja el Pontífice, “porque hay una belleza en el trabajador que vuelve a casa, sucio del trabajo, en la esposa anciana que cuida de su marido enfermo, en la fidelidad de las parejas que se aman en el otoño de la vida”.

Espiritualidad sin Dios

“Hoy se promueve una espiritualidad sin Dios, una afectividad sin comunidad y sin compromiso con los que sufren, un miedo a los pobres vistos como seres peligrosos, y una serie de ofertas que pretenden hacerles creer en un futuro paradisíaco que siempre se postergará para más adelante” (184), advierte el Papa en el capítulo sexto: “Jóvenes con raíces”.

El Papa invita a los jóvenes a no dejarse dominar por esta ideología que conduce a “auténticas formas de colonización cultural” (185) que erradica a los jóvenes de las afiliaciones culturales y religiosas de las que proceden y tiende a homogeneizarlos transformándolos en “sujetos manipulables en serie” (186).

Arraigados en los sueños de los ancianos

El Papa, en este mismo capítulo, invita a los jóvenes a no abandonar la “relación con los ancianos”, que ayuda a descubrir la riqueza viva del pasado, en su memoria. “La Palabra de Dios recomienda que no perdamos el contacto con los ancianos, para que podamos recoger su experiencia” (188). La relación entre generaciones “constituye marcos de referencia para cimentar sólidamente una sociedad nueva. Como dice el refrán: “Si el joven supiese y el viejo pudiese, no habría cosa que no se hiciese”. (191).

Hablando de “sueños y visiones”, Francisco observa: “Si jóvenes y viejos se abren al Espíritu Santo, juntos producen una maravillosa combinación. Los ancianos sueñan y los jóvenes tienen visiones” (192); si “los jóvenes están arraigados en los sueños de los ancianos, logran ver el futuro” (1). (193). Por lo tanto, es necesario “arriesgarse juntos”, caminar juntos jóvenes y viejos: las raíces “no son anclajes que nos atan”, sino “un punto de arraigo que nos permite crecer y responder a nuevos desafíos”. (200).

Pastoral juvenil “popular”

El Papa explica en el capítulo séptimo que la pastoral juvenil ha sido asaltada por los cambios sociales y culturales y que “los jóvenes, en sus estructuras habituales, a menudo no encuentran respuestas a sus preocupaciones, a sus necesidades, a sus problemas y a sus heridas” (202). Los mismos jóvenes “son actores de la pastoral juvenil, acompañados y guiados, pero libres para encontrar nuevos caminos con creatividad y audacia”.

Necesitamos “hacer uso de la astucia, el ingenio y el conocimiento que los propios jóvenes tienen de la sensibilidad, el lenguaje y los problemas de otros jóvenes” (203), exhorta el Papa.

La pastoral juvenil debe ser flexible, y es necesario “invitar a los jóvenes a acontecimientos que de vez en cuando les ofrezcan un lugar donde no sólo reciban formación, sino que también les permitan compartir sus vidas, celebrar, cantar, escuchar testimonios concretos y experimentar el encuentro comunitario con el Dios vivo” (204).

La pastoral juvenil sólo puede ser sinodal, es decir, capaz de configurar un “camino común”, e implica dos grandes líneas de acción: la primera es la investigación y la segunda el crecimiento.
Necesitamos “una pastoral juvenil popular”, “más amplia y flexible, que estimule, en los distintos lugares en los que se mueven concretamente los jóvenes, a aquellos guías naturales y a aquellos carismas que el Espíritu Santo ya ha sembrado entre ellos.

Vocación

“Lo fundamental es discernir y descubrir que lo que Jesús quiere de cada joven es sobre todo su amistad” (250), expone Francisco en el 8º capítulo de la Exhortación Apostólica Cristo vive. La vocación es una “llamada al servicio misionero de los demás,” “porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en ofrenda” (254).

“Para realizar nuestra vocación es necesario desarrollarnos, hacer crecer y cultivar todo lo que somos. No se trata de inventarse, de crearse de la nada, sino de descubrirse a la luz de Dios y de hacer florecer el propio ser” (257). Y “este “ser para los demás” en la vida de cada joven está normalmente ligado a dos cuestiones fundamentales: la formación de una nueva familia y el trabajo” (258).

Sexualidad: No hay tabúes

En cuanto al “amor y la familia”, el Papa escribe que “los jóvenes sienten fuertemente la llamada al amor y sueñan con encontrar a la persona adecuada con la que formar una familia” (259), y el sacramento del matrimonio “envuelve este amor con la gracia de Dios, enraizándolo en Dios mismo” (260). Dios nos creó sexualmente, él mismo creó la sexualidad, que es su don, y por lo tanto “no hay tabúes”. Es un don que el Señor da y “tiene dos objetivos: amarse unos a otros y generar vida”. Es una pasión… El verdadero amor es apasionado” (261).

Francisco concluye este capítulo hablando de “vocaciones a una consagración especial”. En el discernimiento de una vocación no se debe excluir la posibilidad de consagrarse a Dios”. Ten la certeza de que si reconoces una llamada de Dios y la sigues, será lo que dé plenitud a tu vida” (276).

Discernimiento

El último capítulo de la Exhortación post-sinodal está dedicado al discernimiento. El Papa recuerda que “sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en títeres a merced de las tendencias del momento” (279).

Asegura que “Una expresión de discernimiento es el compromiso de reconocer la propia vocación. Es una tarea que requiere espacios de soledad y silencio, porque es una decisión muy personal que nadie más puede tomar en nuestro lugar” (283). “El don de la vocación será, sin duda, un don exigente. Los dones de Dios son interactivos, y para disfrutarlos hay que ponerse en juego, hay que arriesgarse” (289).

Se requieren tres sensibilidades de quienes ayudan a los jóvenes en su discernimiento. La primera es la atención a la persona: “se trata de escuchar al otro que se nos da a sí mismo con sus propias palabras” (292). La segunda consiste en discernir, es decir, “se trata de captar el punto correcto en el que se discierne la gracia de la tentación” (293). La tercera consiste “en escuchar los impulsos que el otro experimenta “adelante”.

Deseo del Papa

La exhortación concluye con “un deseo” del Papa Francisco: “Queridos jóvenes, me alegrará verles correr más rápido que los que son lentos y temerosos. Corran y sean atraídos por ese rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne de nuestro hermano que sufre… La Iglesia necesita de su impulso, de sus intuiciones, de su fe… Y cuando lleguen a donde todavía no hemos llegado, tengan la paciencia de esperar por nosotros” (299).

CONCLUSIÓN

CERTIFICO que en mi columna semanal CERTIFICO Y DOY FE he transcrito la síntesis de la Exhortación del Papa Francisco sobre los jóvenes, elaborada por Rosa Die Alcolea y difundida por la Agencia ZENIT y el periódico “Camino”.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los treinta (30) días del mes de abril del año del Señor dos mil diecinueve.

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