Lo bueno y lo malo llega por Internet

En estos días ha causado revuelo en los diarios locales y en algunos medios de comunicación de los Estados Unidos el caso de la pareja Portia Ravenelle y Orlando Moore, jamaiquinos que adquirieron la ciudadanía estadounidense, quienes llegaro

En estos días ha causado revuelo en los diarios locales y en algunos medios de comunicación de los Estados Unidos el caso de la pareja Portia Ravenelle y Orlando Moore, jamaiquinos que adquirieron la ciudadanía estadounidense, quienes llegaron a Samaná el pasado 23 de marzo, procedentes de New Jersey.
Luego de su estadía, cancelaron su cuenta y salieron del hotel, en Samaná, el 27 de marzo pasado y al parecer perecieron en un accidente automovilístico en la autopista de Las Américas.

Esto me ha hecho recordar el escándalo local y el recorrido internacional de las imágenes de la playa del monumento a Fray Antón de Montesinos, invadida por la basura plástica, traída al mar por las aguas desbordadas del Río Ozama.

¿Por qué reflexionar sobre estos dos hechos de naturaleza tan distinta? Principalmente porque tienen en común una alta capacidad de cuestionar las calidad de República Dominicana como destino turístico, por ser hechos que pueden dar la vuelta al mundo en pocas horas, montados en el fabuloso canal de divulgación que constituyen las múltiples y eficientes plataformas de información que ofrece Internet.

La fiebre de colocar información en Internet trasciende el oficio periodístico y el papel de las empresas dedicadas a procesar y divulgar información en esa importante plataforma. En estos días se ha lanzado una campaña local digna de reconocimiento y apoyo, que propone “no me graves, ayúdame”, invitando a las personas presentes en el lugar de un accidente a dedicarse a apoyar a los afectados, no a firmarlos para divulgar esas imágenes por la Internet.

La adicción a Internet nos coloca ante una nueva cultura que tiene lados positivos y derivaciones negativas. Una realidad que no podemos ignorar. Las estadísticas que aporta la encuesta del Banco Central, por ejemplo, apoya el destacado rol que tiene hoy Internet en la divulgación de los bueno y lo malo de República Dominicana como destino turístico.

La última encuesta publicada (2017) sobre la opinión de los turistas que visitan el país encontró que el 17.9% se enteró de nosotros por internet en comparación con el 1.4% que lo hizo por medios de comunicación tradicionales. El 33.4% lo hizo en las agencias de viajes, un porcentaje alto, pero resulta que hoy las agencias de viajes siguen los acontecimientos de los destinos turísticos día a día, principalmente, a través de los diferentes canales informativos de Internet.

(El 41.9% conoce de nuestro país por amigos y relacionados, el 2.5% por turoperadores, el 0.1% por líneas aéreas y el 2.8% por otros medios)

Usan Internet el 11.9% de los que viajan por Las Américas (el 2.1% por medios tradicionales; el 30.5% de los que llegan por Punta Cana (el 1.4 por medios tradicionales); el 23.1% de los que arriban por La Romana y el 37.0% en el caso de Samaná. Cerca de un millón de turistas (en el 2017) actuaron bajo la influencia directa de INTERNET. Si sumamos a los que se orientan en las agencias de viajes, poco más de la mitad de nuestros visitantes fueron influenciados por INTERNET.

Por allí circula lo negativo como la invasión de plásticos y de sargazos o la muerte de dos turistas norteamericanos. Eso es inevitable, la estrategia para enfrentar esta realidad es asegurarnos de que lo positivo circule más rápido y llegue más lejos. Pero esto no ocurre de manera espontánea. Se necesita una estrategia para lograrlo.

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