El gran dilema

Asistimos, conscientes o no, al preludio de cerrar un ciclo histórico-político-electoral de gravitación nacional. Pues así como Bosch, Balaguer y Peña-Gómez, hegemonizaron el liderazgo nacional, en primera fase, a través de un bipartidismo (PRSC-PRD), que, luego -desde 1986-, el PLD bifurcó-melló hasta hacerse hegemónico

Asistimos, conscientes o no, al preludio de cerrar un ciclo histórico-político-electoral de gravitación nacional. Pues así como Bosch, Balaguer y Peña-Gómez, hegemonizaron el liderazgo nacional, en primera fase, a través de un bipartidismo (PRSC-PRD), que, luego -desde 1986-, el PLD bifurcó-melló hasta hacerse hegemónico -al pactar en 1996 el Frente Patriótico- y terminar haciendo la mejor transición-relevo de los grandes liderazgos nacionales, prácticamente, en dos de sus líderes: Leonel Fernández y Danilo Medina

Sin embargo, hay que hacer una salvedad fáctica-metodológica: mientras que, de 1961 al 1996, el liderazgo nacional se centró en tres liderazgos –Balaguer, Bosch y Peña-Gómez- y dos fuerzas políticas (PRSC-PRD), el de Danilo Medina y Leonel Fernández contiene, como característica distintiva, lo que he llamado una “curiosa atipicidad” al generarse y construirse en un mismo partido político: el PLD.

Tal fenómeno -sociopolítico-electoral-, aunque con especificidades distintas –de tiempo y espectro político-ideológico-, ya se dio en la sociedad dominicana: Balaguer-Augusto Lora, Bosch-Peña-Gómez, Peña-Gómez-Jacobo Majluta, De Camps-Hipólito.
Lógicamente, ninguno de esos casos –Augusto Lora-Peña-Gómez-De Camps- alcanzaron el poder ni pudieron heredar o encarnar fuerzas sociales –y fácticas- de apoyo o liderazgo de largo sustento, excepción Peña-Gómez.

Ya desde otro ángulo académico, un joven sociólogo me decía hace poco: “El gran dilema de la sociedad dominicana de hoy, es, si cerramos, este ciclo -histórico-político- que empezó en 1996, con Danilo Medina en el 2024; o lo prolongamos más allá con Leonel Fernández”. Tal sentencia, casi me obligó a preguntarle: ¿que qué pensaba o prefería él? Y, a boca de jarro, me ripostó: cerrar en el 2024, y que ya dijera la dinámica del proceso sociopolítico si más PLD –algo que él puso en duda-, oposición o un outsider… No obstante, yo no veo la situación tan de cierre, como la ve el joven amigo profesional; y más bien, me inclino por una apuesta inteligente -política-programática-estratégica- en el PLD (sin descartar ninguna opción). Lógicamente, no soy, dentro del PLD, ningún independiente –pero, ¿quién lo es?-
Eso sí, cobra suma pertinencia lo que hace poco dijo el miembro del Comité Político, Francisco Javier García: que toca a los peledeístas “No hablar mal del camello” -que es el partido-, y agregaría yo, ni del Gobierno. Y menos si se trata del que más se ha enfocado, de este principio de siglo XXI -!y cuidado, si mucho más atrás!-, en la agenda social -histórica acumulada- y en cambiarle, favorablemente, el rostro a la gente. Esa tarea –la de “…hablar mal del camello” y del Gobierno-, si la quisieran emprender, deberá o debería ser obra de la oposición política-mediática-electoral al PLD. Pero ¡jamás!, de ningún peledeísta llámese ortodoxo, izquierdista, eclético, precandidato o vocero-kamikaze incendiario.

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