En un salón de belleza, una cliente quien sabe que soy terapeuta de familia me aborda con el siguiente caso: “Llamaron del colegio a una amiga, para decirle que su hijo de tres años, llora todos los días de manera incontrolable, de forma tal que interfiere la dinámica del aula y hay que sacarlo y acompañarlo dándole todo tipo de cuidados y apoyo, no obstante, contrario a calmarse, se agudiza su desesperación, llegando a un nivel de estrés en el que a veces hay hasta que agarrarlo, cargarlo y mimarlo”. Le digo que si puede llamar a la madre por teléfono para escucharla. Entre preguntas de mí hacia esta, enfatizo la hora y frecuencia en que se produce esta respuesta conductual. Ella me asegura que la profesora delegó entre una hora y 45 minutos con el niño antes de la salida, próximo a la llegada de su padre y que, increíblemente, cuando alcanza a ver que ya se acerca, aumenta su desesperación y se lo llevan casi a la fuerza. Por el acento de la mamá, pregunté si era extranjera, quien me responde: “Sí, soy venezolana. Llevo apenas 11 meses en República Dominicana, debido las circunstancias que todos ustedes conocen. Mi esposo y yo teníamos buenos trabajos. Hoy, gracia a Dios tenemos techo donde vivir y algo que nos permite comer, ya que nos han dado trabajo aquí. Vivimos todos prácticamente marginados, ya que los tres estamos en un cuarto, con una estufa y un ambiente que, tanto a mi esposo como a mí nos tiene en una situación muy difícil, donde nuestro día a día se ha convertido en una discusión permanente que, como es natural, nuestro pequeño, quien era dulce, alegre, desenvuelto, se ve obligado a presenciar”. Quiero hacer un llamado a padres y educadores a tener cuidado cuando se presentan reacciones de este tipo, comunes a diferentes tipos de condiciones del niño, como por ejemplo autismo, ya que este además de llorar tendería a aislarse, sin antes estudiar de manera profunda qué está pasando en el hogar donde este habita, como vemos en este caso, de una emigración que transformó la vida completa de una familia. Lo más difícil para este pequeño es llegar a su hogar, a su dura realidad, siendo el colegio el único escape y lugar agradable que le espera cada día.

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