Partidos: legislación y cultura política

En la República Dominicana los partidos políticos están a prueba. Distintas investigaciones han evidenciado la profunda desconfianza en las instituciones de la democracia, siendo las organizaciones partidarias las que se encuentran en peor situación

En la República Dominicana los partidos políticos están a prueba. Distintas investigaciones han evidenciado la profunda desconfianza en las instituciones de la democracia, siendo las organizaciones partidarias las que se encuentran en peor situación. Aunque el sistema de partidos sigue teniendo apoyo, durante los últimos años su base se ha erosionado. El número de dominicanos que ni militan ni simpatizan con los partidos políticos es mayoría. Podemos decir que en la actualidad existe una profunda crisis de representatividad de las organizaciones políticas.

Uno de los elementos que explica esa crisis es la falta de democracia interna de los partidos. Persiste en sus direcciones un liderazgo anquilosado que bloquea toda posibilidad de relevo. Las decisiones pertenecen a las cúpulas. Los organismos no se reúnen y no se llevan a cabo ejercicios de rendición de cuentas, ni siquiera hacia sus propios miembros. Las estructuras de dirección no se renuevan, se amplían producto de negociaciones, no mediante el ejercicio democrático del voto de sus militantes.

En los partidos no hay espacios para los jóvenes. Estos tampoco se sienten atraídos por las propuestas o la vida interna de las organizaciones partidarias. Lo viejos partidos o aquellos que nacen envejecidos, no tienen nada que decirle a las nuevas generaciones. Han dejado de ser organizaciones que representan los intereses de la sociedad y por lo tanto, instancias de movilización de la ciudadanía. Se han dedicado a ser simples maquinarias electorales. Tampoco se han adaptado a los desafíos que presentan el desarrollo de la tecnología y la cuarta revolución industrial.

Esto representa una seria amenaza. El desgaste de los partidos podría provocar la emergencia de proyectos autoritarios que atenten contra la democracia y el reconocimiento de los derechos fundamentales. Por esa razón se ha demando una profunda reforma de los partidos políticos dominicanos. La reciente aprobación de la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos ayuda en esa dirección, pero no es suficiente. Se requiere de un cambio en la cultura política, que apunte hacia prácticas y actitudes distintas. Que tengan en cuenta los principios y valores democráticos y temas como la inclusión y la rendición de cuentas.

Sin embargo, ni siquiera se aprovechan las oportunidades que abre la ley de partidos. La legislación contempla el uso de métodos democráticos para escoger candidaturas, como las primarias abiertas y cerradas. Pero al final, solo dos del conjunto de partidos existentes en el país harán uso de ese método. En los líderes políticos dominicanos hay poca disposición de aplicar la ley y a avanzar hacia prácticas democráticas. Así se hace difícil revertir la pérdida de credibilidad y el deterioro de los partidos políticos.

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