Respuestas a la crítica a determinada premiación

Las respuestas a nuestro artículo sobre cierta premiación de Acroarte demuestran que no todo está perdido en nuestra sociedad, si damos la batalla. Las voces se alzan en diversos segmentos contra la toxina de los ídolos antivalores, y es bueno que así sea.

Las respuestas a nuestro artículo sobre cierta premiación de Acroarte demuestran que no todo está perdido en nuestra sociedad, si damos la batalla. Las voces se alzan en diversos segmentos contra la toxina de los ídolos antivalores, y es bueno que así sea.

No debemos ser observadores pasivos. La ocasión debería servir para promover un diálogo nacional acerca de cómo defender y promover los valores humanos constructivos, los códigos éticos y cívicos de integridad, educación, respeto, tolerancia, solidaridad e inclusión, por solo mencionar algunos.

Moral y luces, como dijo Simón Bolívar hace siglos, son los dos pilares sobre los que debería descansar toda sociedad. Lo contrario es selva, barbarie. Asumamos el compromiso de llevar este gran diálogo a los hogares, a las escuelas, a los medios de comunicación, a las redes sociales. Que nos den pistas los que no están en la palestra del figureo, los dominicanos que día a día hacen malabares para vivir con decoro, para preservar sus familias, educar, sanar o entretener sanamente.

Tomen nota los de Acroarte de las voces preocupadas por los contenidos de lo que se está valorando como arte. Y como botón de muestra recojo algunas reacciones a mi reciente artículo sobre la premiación de “El Alfa” publicado en este diario.

Para la decana de humanidades y educación de la Unphu, Patricia Matos, “es necesario que se consideren otros indicadores” para premiar los artistas “no sólo su nivel de popularidad”…hay que fomentar en nuestros hijos los valores que les permitan ser ciudadanos íntegros y capaces de elegir entre lo bueno y lo malo.

El psiquiatra Pedro Fernández se pregunta si Acroarte se dedica a premiar los antivalores y apunta que la mera fama no debe traducirse como algo positivo.

Contra la vulgaridad del contenido premiado se pronuncian el doctor José Silié, la jueza Indhira Montás, la oncóloga Nancy Alam Lora y la ginecóloga Paulette Edelstein, a quien le gustaría crear una sociedad de mujeres para rescatar los valores culturales dominicanos.

Madres y padres de familias como Miguelina Lluberes se quejan de la pérdida de los valores, del hecho de que la importancia de la familia se relativiza, y teme por el futuro de sus hijos y nietos.

Kirssy Lorenzo también se refiere con preocupación al legado que dejamos a las generaciones futuras. El ingeniero Rafael Sánchez escribe claramente abrumado por los que “viven, aplauden y aúpan los antivalores que se tragan el orden social y moral de la familia dominicana”.

La actriz Lilliana Díaz, de las fundadoras de Acroarte donde estuvo hasta 1999, comenta que el premio se ha desvirtuado y que irrespeta a los artistas de “los renglones clásicos”. Acota que “la escogencia de los renglones deja mucho que desear y los rumores que suscitan hacen más daño que bien a una entidad que debe guardar su buena reputación inicial”.

El arquitecto Henry Mondesert considera “deprimente ver lo que llaman arte”. “Quizás los miembros del jurado de Acroarte (a quienes no conozco) son también la expresión de la decadencia de nuestra sociedad”, señala.

Todas son voces que alertan sobre el abismo al que conduce la ignorancia, la pérdida de los valores humanos que afecta a nuestro conglomerado social enceguecido por ídolos tóxicos, por el afán de popularidad y de dinero a cualquier precio.

Tomen nota los cultores de la vulgaridad: El arte no es vulgar ni procaz. El verdadero arte eleva la consciencia, dignifica, transmuta lo peor, es redentor.

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