Existe un abismo entre aquello que pensamos y decimos, que esconde creencias, juicios y percepciones poderosas. Pocos revelan todo lo que piensan aunque los estremezca. Cuando la Biblia dice “hay tiempo para hablar y para callar” revela la brecha y enciende la mecha para hornear el pensamiento, evitando que demos juicios o consejos crudos; necesitamos cocerlos en paciente reflexión, en la reserva del momento oportuno, donde la levadura expande el pan del entendimiento. Por tanto si callas que no sea para muerte, cuando hables, comparte paz, transmite vida… Nunca sujetes tu silencio al orgullo, al pecado o a miedos, ni frenes el bien de ninguno, no retengas sus posibilidades, ni pongas un sombrero donde va una corona, mucho menos bozal al buey que trilla, porque la palabra oportuna siempre brilla.

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