La ralentización de los servicios del Metro de Santo Domingo entre las 6:00 a.m. y las 9:30 a.m. de ayer por “fallas técnicas” en la Línea I, permitió apreciar, nueva vez, la importancia de ese sistema de transporte.
La situación generó un retraso en los despachos de los vagones, que afectaron, según las propias autoridades del Metro, a más de 100 mil usuarios, en apenas tres horas y media, lo que nos indica el volumen de personas que transporta cada día.
A su vez, esas mismas personas llegaron tarde a sus destinos, la mayoría hacia centros laborales, escuelas o universidades. De modo, que la lentitud con que se desempeñó el servicio se reflejó en diferentes actividades de la vida social y productiva.
Todo eso, al margen de las molestias por el enorme cúmulo de personas. Colas y apretujones enormes en todas las áreas de acceso en las diferentes terminales.
Puede verse, reiteramos, qué tan importante es el Metro, una obra que no termina aún, que apenas va por dos líneas, pero que tiene un valor fundamental en una ciudad estresada por el caótico desempeño del tránsito.
Evidentemente, la apertura de nuevas líneas del Metro de Santo Domingo es una necesidad que no debe ser postergada.
Por eso, en lo inmediato hay que insistir en que el gobierno reconsidere la idea de construir un teleférico desde Los Alcarrizos hasta el kilómetro 9, donde termina la Línea II del Metro. Una inversión algo mayor, soterrado o elevado hasta ese sector, sería una verdadera solución para los residentes en esa zona, para el tránsito y para el medio ambiente.
El Presidente Danilo Medina ejecutó la ampliación de la Línea II A desde la avenida Padre Castellanos hasta la carretera Mella por la avenida San Vicente de Paúl, con magníficos resultados, ¿por qué no se embarca en el tramo hacia Los Alcarrizos?
